¿Se imagina que necesita comprar vestuario escolar para sus hijos, como seguramente nos pasó a casi todos, ingresamos a una tienda, escogemos, pagamos pero al final esas vestimentas no son nuestras? ¿Ha pensado que va al supermercado y adquiere, por ejemplo, utensilios de cocina pero que no serán nunca suyos porque, a pesar de cancelarlos, serán propiedad de la empresa? ¿No le parece que aquello es ridículo?
El asunto de los nuevos medidores del consumo de energía eléctrica es curioso, por no decir, inaceptable. Todos los chilenos deberemos cancelarlos con dinero de nuestros propios bolsillos pero jamás serán de nuestra propiedad sino de las empresas eléctricas.
¿Acaso se trata de una broma de mal gusto?
Imaginémonos, por favor, que vivimos en un país de muy escasos recursos, que no existen grandes y poderosas empresas y que es absolutamente necesario cambiar los medidores en todas las casas de este país. Pensemos que el único capaz de armarlos es un humilde maestro que tampoco cuenta con el dinero para los materiales que se requerirían para producir miles y miles de medidores. Entonces, los habitantes de este país nos ponemos con gusto, financiamos todo, corremos con los gastos. Pero, como esa es una historia de fantasía, nos preguntamos ¿a quién se le ocurrió que los chilenos debemos cubrir los gastos de las empresas eléctricas? ¿No suena como raro? Y más encima se anuncian alzas en los valores por el consumo de electricidad.
No, de verdad, este asunto huele mal. No interesa que se nos descuente una cuota de 200 pesos mensuales para pagarlos. No importa que tan eficientes serán (para las compañías, nunca para los consumidores) si el resultado final de la ecuación, como dijo el Presidente, es que los chilenos pagamos todos.
Se trata de medidas antipopulares, en cierto modo hasta vergonzosas, incomprensibles para la gran mayoría de la población. Mientras tanto, algunos de los parlamentarios pretenden ahora, a estas alturas del partido, adoptar alguna medida que revierta este castigo para los chilenos. Entiéndase bien, no por tener que pagar 200 pesos mensuales por un medidor que no será nuestro sino porque nos obligan a ser sometidos a un abuso que beneficia directamente a empresas cuyas utilidades son gigantescas y que cuando la población las busca para que reparen los daños que causan con los continuos cortes de energía, tramitan y tramitan, en lo que constituye otra humillación para el país.