Estimados lectores: Creo que no me equivoco al decir que ser padre en estos tiempos es mucho más difícil que lo que fue hace cincuenta años. De la misma forma se podría decir que ser un buen hijo resulta difícil con las características de los padres modernos. Desde luego, estas afirmaciones no incluyen a todos los padres, ni para bien ni para mal. Sin embargo, es notorio que hay padres que han perdido toda su autoridad sobre sus hijos. La necesidad económica para sustentar a la familia los ha obligado a ambos salir del hogar de madrugada y regresar de noche. Hay una carencia absoluta de comunicación y comunión entre los padres y sus hijos. El resultado es el deterioro de la familia, ya sea por lo mencionado anteriormente, como también por la separación del matrimonio, o porque los hijos que hay son de la pareja anterior, o el abuso sexual de los niños por sus padrastros, etc. Vamos ahora a otro lado. Sus hijos en el colegio. El segundo hogar de los hijos. Se supone que allí recibirá una buena educación y una sólida formación como persona, de tal manera que cuando egrese se incorpore como un agente de cambio de la sociedad. El respeto a los padres, a los adultos mayores, a sus profesores, a la autoridad en general. ¿Qué pasa cuando la asamblea de los alumnos acuerda tomarse el colegio? Se deteriora primeramente las sillas, los bancos, los baños, los computadores. Luego se escriben vulgaridades en las murallas. ¿Qué sucede en las famosas marchas pacíficas? Nuevamente destrozos a la propiedad privada y pública. Se rompen los semáforos, señaléticas, los bancos e iluminación de las plazas, saqueos de supermercado y kioskos, etc. Es verdad que siempre son algunos infiltrados, la mayoría se porta bien. ¿Entiende ahora la razón por la cual la nueva ley responsabilizará económicamente a los padres por los destrozos causados por sus hijos?
Leamos lo que dice el sabio Salomón en el libro de Proverbios, cap. 22:6.
“INSTRUYE AL NIÑO EN SU CAMINO, Y AÚN CUANDO SEA VIEJO NO SE APARTARÁ DE ÉL”. Para que esto ocurra se debe invertir tiempo, paciencia y mucho amor. Primero hay que sembrar y más tarde cosechar.
El apóstol Pablo les dice a los padres: “PADRES, NO PROVOQUEN A IRA A VUESTROS HIJOS, SINO, ENSÉÑENLOS EN LA DISCIPLINA Y AMONESTACIÓN DEL SEÑOR” (Efesios 6.4).
Creo que usted y yo, y todos los padres que lean estos consejos estimarán que son muy valiosos. Igualmente, los hijos cuando lean lo que sigue diciendo Pablo: “HIJOS, OBEDECED A VUESTROS PADRES EN EL SEÑOR, PORQUE ESTO ES JUSTO. HONRA A TU PADRE Y A TU MADRE PARA QUE TE VAYA BIEN Y SEAS DE LARGA VIDA SOBRE LA TIERRA”.
Dar honra significa obedecer y dar satisfacciones.
SHALOM