Para nuestra sección de Dejaron Huella de hoy, conoceremos un poco de la historia de la contadora Carmen Ilia Riquelme Zapata, quien se dedicó a la docencia por 37 años.

Sus inicios
Para conocer un poco más de esta profesional de los números, ella nos recibió en el calor de su hogar donde nos relató “yo soy hija de Villarrica, nací en la década del 50, hija de Joel e Ida, antigua familia de la comuna. Mis estudios básicos los realicé en esta hermosa ciudad, para luego en enseñanza media migrar a Temuco donde estudié en el Instituto Superior de Comercio, obteniendo mi título de Contador, (con orgullo nos expresa) Registrada en el Colegio de Contadores de Chile”.
“La docencia fue un bello accidente en mi vida”
Carmen nos cuenta que tras ser una profesional comenzó a desempeñarse en su área y fue en el año 1975 cuando la docencia se cruzó en su vida. “En este año ingreso al sistema educativo en el Liceo Politécnico de Villarrica, en principio a hacer un reemplazo en el área comercial que era mi especialidad y fui realizando este reemplazo que luego afloró en mí la vocación de enseñar, ‘un bello accidente en mi vida’, convirtiéndome con el tiempo en Contador de profesión y profesor por vocación, lo que se concretó al recibir la autorización del Ministerio de Educación para ejercer la docencia, lo que me permitió que me reconozcan como profesora de educación técnico profesional, en el año 1985”.
Carmen con alegría y emoción nos relata que sus mejores recuerdos se los entregó esta hermosa profesión. “Mis mejores recuerdos los tengo de mis años de docencia, gracias a Dios tuve el orgullo de educar a mi hermana, hoy contador auditor, primos contadores y contadores auditores mis propios hijos, uno ingeniero comercial y el otro ingeniero en turismo y cientos de jóvenes y señoritas que han logrado alcanzar la enseñanza superior en diferentes áreas y otras y otros destacados emprendedores que son y serán mi mayor alegría y recompensa”.
La “mami” Carmen
Nuestra entrevistada durante la conversación nos cuenta que por su forma de ser con sus alumnos fue bautizada como la “mami” Carmen. “No puedo dejar de mencionar que durante mis años de docencia me llamaron cariñosamente “mami” Carmen y serán por siempre mis hijos del alma, que hasta hoy día se comunican muchos conmigo y compartimos penas y alegrías como cuando eran niños. Creo que este nombre me lo gané (ríe con nostalgia), porque uno en la sala de clases no es sólo la profesora, muchas son las ocasiones en las cuales eres una madre para tus alumnos, porque necesitaban de uno, y había que estar ahí, no los podía dejar solos y eso mismo me lo reclamaban mis hijos, pues ellos me decían que yo daba más por los hijos ajenos que por los propios”. ¿Y como lo hacía para hacer frente a estos reclamos de sus propios hijos?, “yo siempre trataba de incluir a mis hijos en todas las actividades que realizaba, primero porque fueron mis alumnos y después tratando de conectarlos siempre con lo que yo hacía, en el colegio era la profesora y en la casa la mamá”.
Alumna, compañera y amiga
“Ser profesora me entregó tantas gratificaciones, me caractericé por ser una mujer con disciplina, pero entregué mucho amor a mis estudiantes. Hasta hoy, para el Día de la mamá, el Día del profesor, me saludan y eso me llena de orgullo pues son esos detalles que me dicen que en la vida lo hice bien como docente. En estos minutos se viene a mi mente Janet Fuentealba, contadora de esta ciudad, quien fue mi alumna, compañera y amiga”.
El año 2012 Carmen se acoge a retiro de la docencia, realizando posteriormente algunos reemplazos y a pesar de los años, entre risas nos expresa, “quiero seguir enseñando así que si alguien necesita una profesora de contabilidad, estoy disponible…(ríe)”. Por estos días ella se dedica a su casa, a compartir con su esposo Carlos Mera, visitar sus 3 nietos, entre otras cosas.
“Para ser docente hay que amar la profesión, sino es así mejor no estudie esta bella carrera”, señala finalmente.
