En un día como hoy, un 26 de agosto de 1906, fue fundada la Escuela Normal de Victoria donde abrazaron su vocación docente varios jóvenes de Villarrica.
Uno de ellos es el conocido profesor José Appel Mellado (76), casado con la también docente Esmeralda Espinoza Ulloa, 5 hijos, hoy jubilados.
“Soy nacido en Valdivia en 1943, cuenta José Appel, aunque sólo por circunstancias. Mi padre, de origen alemán, era constructor naval, con poco campo en esos años. Entonces íbamos adonde había trabajo y ese año nos encontró en Valdivia. Después nos vinimos a Quilaco, en Pucón, donde vivían colonos alemanes inmigrantes”.
“Fuimos 8 hermanos, prosigue, 3 hombres y 5 mujeres. El mayor Jorge Appel Mellado, fue distinguido como Hijo Ilustre de Pucón, pues alcanzó el grado de general de Carabineros de Chile. Por mi lado, cursé la enseñanza primaria en Pucón y en 1960 nos vinimos a Villarrica”.
Escuela de lujo
José Appel evoca su etapa formativa en la Escuela Normal de Victoria que califica como “un centro educacional de lujo”. “Llegué en 1964, cuando la escuela vivía un enorme auge gracias a un proyecto de la Fundación Rockefeller, después del terremoto de 1960”. Y añade: “La formación de profesores era muy completa. Había un terreno de 40 hectáreas para que aprendiéramos en la práctica todo lo concerniente a la agricultura. En la zona urbana había un internado de primera, con salas muy cómodas, gimnasios con aire acondicionado, pianolas y guitarras eléctricas para clases de música, etc.”
“Todo era de mucha exigencia en la escuela y quien cometía un “condoro”, pues…hasta luego”, destaca. Ser profesor en esa época era un compromiso muy serio. Debíamos ser ejemplo y modelo, un espejo para los niños”, apunta.

Trayectoria
“Mi primera destinación fue a la Escuela 35 de Putúe Bajo. En ese tiempo uno recibía un Decreto presidencial en que se acreditaba el título, el destino y el pago de sueldo”, señala exhibiendo con orgullo una copia del documento.
José Appel recuerda que la escuela de Putúe Bajo era muy modesta, con muchas carencias. “Con la unión de los apoderados y el apoyo de personas de buena voluntad lo fuimos mejorando todo. Don Waldemar Trapp donó 5 hectáreas para construir una escuela nueva. Estuve 6 años allí como director”, concluye.
El director provincial, don Domingo Puchi Soriano, me trasladó a la escuela “Valentín Letelier”, después pasé a la “Alexander Graham Bell” y a la “Mariano Latorre”. Hice clases de artes plásticas y como me gustaba el deporte trabajé con Carlos Martínez en básquetbol y el fútbol, que me encanta. Al final fui inspector general y jubilé en 2012”.
“Antes con mi esposa, habíamos estado en Futaleufú (1976), teníamos un 120% de asignación de zona y, luego, en la isla de Quinchao, en Chiloé, (1982), donde fui director del internado y director del Daem. Estuvimos 11 años en Chiloé, fue una linda experiencia”.
“También trabajé en Santiago, en escuelas de Vitacura, (Las Condes). Comprobé que la educación allá no era mejor que la nuestra en el sur. Los profesores que no nos conocíamos, cada uno partía a otras escuelas para mejorar el sueldo, todo era muy impersonal”.
Disciplina y autoridad
Sobre el momento crítico de la educación actual, opina: “Los padres entregan toda la responsabilidad al colegio y eso es imposible, los profesores sólo son un complemento de la formación del hogar. Los padres tienen poco tiempo en el hogar y el alumno tiene mucho espacio libre, sin control, y así aparecen el alcohol, la droga, el cigarrillo, las posiciones extremistas. Se ha perdido la disciplina y la autoridad”, remarca.
“No es bueno que los ramos de Historia y de Educación Física sean electivos. La historia es necesaria para entender el pasado y el presente. La educación física se necesita mucho, pues está aumentando la obesidad”, subraya.
“Yo soy un agradecido de Dios y me siento muy contento con la carrera que hice como docente. Estoy feliz con mi familia y con mi vida a pesar de los sinsabores que la existencia nos depara”, concluye el profesor José Appel Mellado.