Son tantas las profesoras y profesores que han pasado por las salas de las escuelas y liceos de la zona, tantas historias de hombres y mujeres que han dado su vida en pos de la educación, historias que Dejaron Huella ha permitido conocer. Es así que hoy tras una cálida conversación, conoceremos la historia de Isabel Irlanda Peña Moyano, docente de castellano, oriunda de Talcahuano, Región del Bío Bío, pero que el amor por el Liceo Politécnico trajo a Villarrica, haciendo su vida en esta comuna.
Isabel, nació y se crío en la comuna costera ya mencionada cursando su enseñanza básica y media en su tierra natal, para migrar a La Araucanía siendo estudiante universitaria pues su carrera la realizó en la Universidad Católica de Temuco, egresando en 1992 como profesora de pedagogía en castellano, trabajando en distintas comunas de su región.
¿Qué la llevó a tomar la decisión de ser docente?
“Me gustaba enseñar, talvez sin darme cuenta tenía la vocación. Siendo niña gané premios por hacer obras de teatro y le enseñaba a mis compañeros, lo cómico era que yo les enseñaba matemáticas (sonríe). Siempre fui buena alumna de historia y lenguaje, o sea, del área humanista y cuando llegó el momento de elegir mi carrera me fui por esta área pues postulé a derecho y docente de lenguaje, quedándome con esta última”, declara Isabel.
¿En qué momento llega a Villarrica?
“Yo llego a esta bella comuna en 1993 a hacer un reemplazo en el Liceo Politécnico, donde me enamoré de mi liceo (sonríe), porque es mi liceo. Me enamoré de esa calidad humana, pues era un lugar humilde pero muy acogedor donde todo se conseguía con esfuerzo y donde todos eran felices y hacían sentir feliz al resto. Al término de ese reemplazo me fui, pero quien era la directora en ese momento, Leticia Gallardo, me dijo si en algún momento quedaba la bacante, ella se iba a recordar de mí y así fue, cuando estaba trabajando en San Pedro de Atacama, a inicios de 1996, me avisan que está la bacante en mi liceo, (suspira) y a la luz de la vela, pues en esa escuela no había electricidad, redacté mi carta de renuncia y vuelvo a mi amado liceo”, comenta emocionada la docente.
¿Cómo fue el recibimiento de los alumnos cuando vuelve al liceo?
“Tuve una relación muy linda con un grupo de alumnos a los cuales les hacía un taller la primera vez que estuve en el liceo, cuando ellos estaban en primero, a mi regreso ya estaban en 4º y ellos se recordaban de mí con cariño. Tengo muchos hermosos recuerdos, hasta el día de hoy me encuentro con ellos y si bien no recuerdan mucho los contenidos de la materia, sí tienen grabadas las enseñanzas valóricas que les entregué, que es mucho más importante. Mira, por ejemplo, un día me encontré con una de mis alumnas cuando el feminismo y el valorarse como mujer estaba muy en pañales y ella se recuerda que yo les decía ‘la mujer vale por lo que es, la que tenga que lucir que luzca sin mirar a nadie, sin escuchar lo que le digan, lo importante era que ellas se sientan bien’, palabras que se les grabaron a fuego y hoy siendo mujeres lo siguen recordando, eso para mí es valioso, lo que les entregué como seres humanos”, recuerda con nostalgia la maestra.
Habla con tanto amor y cariño de los alumnos de su liceo, ¿hay algo en especial que nos pueda contar?
“Mi liceo está lleno de historias de héroes anónimos, de niños que se esfuerzan hasta el día de hoy por salir adelante de situaciones que son muy crudas y crueles, las que tienen que vivir y superarlas. Ahora recuerdo un curso que lo quise mucho, porque ellos, cada una de sus historias era un mundo difícil de niños muy vulnerables. En un momento les dije que ellos debían esforzarse y valorar el esfuerzo de sus mamás y de pronto un alumno me dice ‘¿y los que no tenemos mamás que se preocupen de nosotros?’, a lo que yo contesté ‘esa es una situación puntual’, ante lo cual pregunto cuántos están en la situación de no tener a su lado a su madre, y fue en ese momento que me encontré que eran más de 10 alumnos que estaban en esa condición, donde cada una de esas historias era cruel y dura…” – con ojos llorosos – “historias que de sólo recordarlas me emociono. Pero eso no fue obstáculo para ellos porque todos salieron adelante; unos están en la universidad, otros están trabajando, de hecho ese año cuando estaban en 2º medio, fue el mejor curso en el SIMCE de lenguaje del liceo”, relata muy contenta Isabel.
Son tantas las historias que Isabel Peña Moyano relató en esta entrevista que se necesitarían dos ediciones más de Dejaron Huella, pero podemos resumir diciendo que ella es una mujer agradecida de todo el cariño que sus alumnos le entregaban y de todos los valores que ella les dejó grabados a fuego en sus mentes y corazones. Ella, por razones de salud, debió dejar la docencia, pero ahora está haciendo un reemplazo en su amado liceo, lo que la tiene demasiado feliz.
Por último, relatar que Isabel en su liceo encontró el amor, pues se casó con un colega, José Brito Muñoz, ex columnista de este medio, docente de lenguaje al igual que ella, unión de la cual nació su orgullo, su hijo Sebastián. Del profesor Brito, hablaremos en otra edición de Dejaron Huella, porque creemos que al igual que Isabel Peña, tendrá mucho que contarnos también.
