Hermanos en Jesucristo:
Después de haber celebrado Navidad, el domingo que viene nos presenta el Bautismo de Jesús. En efecto, nos dice el Evangelio “Entonces aparece Jesús, que viene de Galilea al Jordán donde Juan, para ser bautizado por él. Pero Juan trataba de impedírselo diciendo: «Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?» Jesús le respondió: «Déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia.» Entonces le dejó” (Mt 3,13-15).
San Juan Bautista se da cuenta que Jesús no debería recibir su bautismo, porque antes había dicho: “Yo los bautizo en agua para conversión; pero aquel que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y no soy digno de llevarle las sandalias. El los bautizará en Espíritu Santo y fuego” (Mt 3,11). Cristo no necesita ser bautizado porque es el Santo y no tiene pecado. Él es “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Jn 1,29). Más aún, Cristo es el autor del definitivo bautismo porque el que se nace de nuevo por el agua y el Espíritu.
¿Por qué Cristo se quiso bautizar? Porque, en la obediencia a la voluntad de su Padre, quiere hacer ver que su vida terrena culminará en la muerte en cruz, según explica San Pablo: “A quien no conoció pecado, Dios le hizo pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia de Dios en Él” (2 Cor 5,21). De algún modo, en el Bautismo de Jesús está simbólicamente lo que será una realidad más adelante: sumergirse en las aguas indica su Muerte a causa de nuestros pecados, salir de las aguas indica su futura Resurrección. Por su Muerte destruyó el pecado, por su Resurrección nos dio la vida eterna.
Así lo dice San Pablo: “Fuimos, pues, con Cristo sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva” (Rm 6,4). Por eso el bautismo de Juan no es el Sacramento del Bautismo instituido por Cristo. El Señor se deja bautizar no para que a Él se le borren los pecados, porque no los tiene, ni para recibir una vida nueva, porque Él es la Vida. En cambio se deja bautizar para que comprendamos mejor lo que significa el bautismo cristiano. Por eso, después el bautismo de Juan desapareció.
El bautismo cristiano, nuevo y definitivo, por el cual se nos hace nacer hijos de Dios “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28,19) no es el bautismo de Juan Bautista. Los cristianos no bautizamos como él, porque su bautismo no es el que instituyó Jesús. El Bautismo cristiano nos hizo realmente hijos de Dios: “Miren qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!” (1 Jn 3,1).