Y, al final, terminamos de escribir un editorial completo, ayer, a pesar de referirnos a la necesidad de dejar la página en blanco. Son cosas que van sucediendo en el día a día del quehacer del diario. Son formas de decirles o contarles de nuestro desencanto, pena, frustraciones y amarguras por lo que pasa en Chile. Fíjense que hasta la llegada de la primavera y del verano casi pasaron desapercibidos por la introducción a nuestra forma de vida de la violencia, vandalismo, robos, incendios y saqueos. Parece increíble pero es verdad. Nada de lo que se ha hecho, ninguna medida que se haya adoptado ha dado resultados ciertos. La violencia no disminuye y eso significa perder totalmente la capacidad de diálogo, de entendernos por medio de la conversación, de la palabra que, se supone, es la manera más civilizada de llegar a acuerdos y, junto a ellos, de soluciones.
Hoy el tema es la rendición de la PSU para quienes desean ingresar a la universidad. Nuevamente se contraponen posiciones, se recurre al grito, a las tomas, a la rotura de mesas, sillas y vidrios. No hay entendimiento. Se argumenta que los violentistas son pocos y que no le pueden ganar o doblar la mano a los muchos. Nadie quiere meditar o entender que esos pocos representan a los muchos porque no hay joven que esté contento con el sistema de medición actual. Sólo que no todos reaccionan de la misma manera. Todos esconden que si un 5, 7 o 10 por ciento de los jóvenes y padres recurren a la violencia no quiere decir que el otro 90 esté acuerdo con el sistema actual. Entre tanto, la locuaz Ministra de Educación, no aparece por ningún lado.
Da la impresión que el desconcierto, desorden y falta de soluciones reales son la norma general en Chile. Por su parte, el gobierno está llevando a cabo o proponiendo ideas que son positivas y que significan avances. Mejorables, por cierto. Modificables en algunos aspectos, es verdad. Pero estamos tratando entre sordos. Nadie quiere escuchar a nadie.
Y aunque muchos crean que recién está partiendo el año, el problema es que estamos en verano y que los hechos que no gustan continúan y, sobre todo, que seguimos sin voluntad de entendernos. El tema es inflamable, de mucho peligro, combustible y propenso a provocar una gran explosión.