Ciertamente que esta misiva debiera ser privada y entregada mano a mano a cada uno de ustedes, queridos trabajadores del diario Correo del lago. Ustedes, todos más jóvenes que quien suscribe, podrán comprender el tenor de estos pensamientos y, además, el por qué he querido darle connotación pública. La razón no es otra que porque ustedes se lo merecen con creces.
Hoy entregamos a la comunidad de la zona la edición Nº 5.000 de nuestro querido diario. Cuando digo “nuestro”, me refiero a nosotros, a quienes componemos este “equipo de todos”, a quienes luchamos día a día porque nos permitan informar y a quienes nos entregamos a esta causa quijotesca de brindarle a la zona un medio escrito pronto a cumplir sus primeros 17 años de existencia.
Cinco mil no es una cifra que llame mucho la atención a casi el 95 % de nuestros lectores, ni a autoridades de la zona, menos a las regionales o nacionales, ni a la clase política nuestra, etc. Para muchos de ellos, estas páginas que dan vida al único medio escrito de la zona, representan la oportunidad de utilizarlas, de servirse de ellas y de sacarle el partido necesario para sus intereses. Para nosotros, representan una forma de vida y de subsistencia, han significado la educación de nuestros hijos, la mantención de nuestros hogares, encierran pequeñas alegrías y emociones a lo largo de estas 5 mil ediciones. Envuelven una forma de concebir la vida luchando por lo que nos pertenece. Las páginas del Correo del lago, sin sabor ni color, sin mayor importancia para la mayoría, para nosotros son un arcoíris, para nosotros lo son todo.
Queridísimos trabajadores, en este día tan especial para nuestros corazones en que entregamos a la comunidad nuestra edición 5 mil, en casi 17 años de trabajo, sólo tengo palabras de gratitud para todos, sin excepción alguna. Sólo puedo regalarles la emoción intensa que me embarga tras comprobar y ratificar lo valerosos que han sido, el aporte que han entregado desde hace años. Los que están y siguen siendo titulares en este equipo y los que ya no son presente pues decidieron emprender otros rumbos. No esperen recompensas ni reconocimientos comunitarios, sociales u oficiales que nunca llegarán. La ingratitud y la poca capacidad de comprender lo que significa este medio serán parte del camino pedregoso de todos los días. Sólo nosotros entendemos lo que hacemos y lo que estamos legando para la historia de la zona.
Seguramente hoy nos reuniremos en torno a un pequeño refrigerio para mirarnos, abrazarnos y sentirnos contentos y, sobre todo, orgullosos por lo que hemos construido durante 5 mil ediciones. Hemos sido atacados, insultados, injuriados y difamados. Pero hemos continuado inalterables con nuestro trabajo y, es bueno destacar que esta jornada no nos sorprenderá solos porque ahora y desde siempre, sus familias han estado con ustedes. Formar un grupo de trabajo nunca ha sido fácil pero mantenerlo y, sobre todo, en las depresivas condiciones económicas actuales, es complicadísimo. Sin embargo, aquí estamos, luchando, batallando y trabajando pero siempre con una sonrisa digna en los labios.
Somos, queridas trabajadoras y queridos trabajadores, una especie única, orgullosa, sacrificada y entregada a la causa de informar todo lo que humanamente es posible con material local, ciento por ciento. Somos guerreros acorazados que trabajan tratando de ignorar a todos aquellos que nos ofenden a diario, a los que nos ignoran todos los días y a los que nos insultan sin tener idea quiénes y cómo somos.
Gracias a todos ustedes porque las 5 mil ediciones les pertenecen en cuerpo y alma. Gracias por el esfuerzo, los desvelos, los sacrificios y, especialmente, por no haberse dejado atropellar por nadie.
Los abrazo a todos con cariño y abnegación enormes, con admiración y gratitud porque los verdaderos héroes de este milagro escrito son ustedes, queridos trabajadores y compañeros del diario, queridas trabajadoras y compañeras del Correo del lago. ¡Felices 5 mil ediciones!
Eduardo Wenger Meza.