A primera hora de este lunes comenzaron a llegar los feligreses al Santuario de San Sebastián en el sector de Manhue, ubicado en la 6ª Faja. A medida que fue avanzando el día fueron cientos de personas las que llegaron al lugar para cumplir su compromiso con el santo, un compromiso de fe, como expresaban los feligreses.
En conversaciones con los fieles, estos recordaban que hace décadas los peregrinos, fieles a San Sebastián, llegaban caminando, a caballo o en carreta y luego de cumplir con el santo, era el momento de compartir preparando la comida para luego confraternizar con quienes llegaran al Santuario.
Cabe destacar que la Capilla San Sebastian de Manhue es una estructura que fue construida por los feligreses, que hace más de un siglo vivían en los sectores aledaños, siendo sus bases de maderas que hoy ya no se encuentran.
Historia de San Sebastián
San Sebastian nació en Narbona en el año 256, pero se educó en Milán. Cumplió funciones de disciplina militar, pero no participaba en los sacrificios paganos por considerarlos idolatría. Como cristiano, ejercitaba el apostolado entre sus compañeros, visitando y alentando a otros cristianos encarcelados por causa de su religión. Acabó por ser descubierto y denunciado al emperador Maximiano, quien lo obligó a escoger entre su condición militar y su fe religiosa.
Sebastián eligió seguir siendo cristiano, decepcionado, el emperador lo amenazó de muerte, pero él se mantuvo firme en su fe, lo cual molestó al emperador por lo que lo condenó a morir. Los soldados del soberano lo llevaron al estadio, lo ataron a un poste y lanzaron sobre él una lluvia de flechas, dándolo por muerto. Sin embargo, sus amigos se acercaron y, al verlo todavía con vida, lo llevaron a casa de una noble cristiana romana que lo mantuvo escondido y le curó las heridas hasta que quedó restablecido.
Sus amigos le aconsejaron que se ausentara de Roma, pero él se negó rotundamente, presentándose ante el emperador quien desconcertado al verlo con vida mandó que lo azotaran hasta morir, y los soldados cumplieron esta vez sin errores la misión, tirando su cuerpo en un lodazal. Los cristianos lo recogieron y lo enterraron en la Vía Apia, en la célebre catacumba que lleva el nombre de San Sebastián. Murió en el año 288.