El continuo avance de la técnica y la aparición de nuevas expresiones culturales, han hecho que algunos oficios ejercidos por el hombre o la mujer, hayan desaparecido o tiendan a extinguirse. Pero este no es el caso de la artesanía en fieltro a partir de lana.
En décadas pasadas el uso del sombrero como atuendo masculino era habitual en la ciudad y en el campo. Había sombreros de fieltro, material que le daba más consistencia y elegancia.
Cualidades del fieltro
El uso del fieltro sigue muy vigente. Se obtiene del vellón de lana de oveja trabajado sin tejer. Miriam Monsalves Brevis, separada, 3 hijos, (2 varones y 1 mujer), llegó a los 8 años con su madre a Villarrica desde la vecina Pucón.
Ella se dedica a este oficio y cuenta que hay dos tipos de este material. El fieltro amasado que se elabora con agua y jabón y el fieltro aguja que se hace pinchando un vellón repetidamente, en ambos casos utilizando las manos.
El fieltro lo emplea Miriam en artículos diversos, como pequeñas ovejitas de adorno y otras que llama esculturas. También sombreros, ponchitos con seda, pañuelos, llaveros, coles, adornos, zapatos y pantuflas sin costura que no lastiman el pie. “Por eso les vienen bien a personas diabéticas o con algún problema en sus pies. El fieltro tiene varias propiedades, entre ellas, que es repelente al fuego e impermeable al agua”, explica Miriam.
Aprendizaje permanente
“Me dedico a esta técnica artesanal hace unos 20 años. Después que me separé seguí varios cursos sobre manualidades, como costura, pintura en madera, patchwork y así me encontré con el vellón de lana y el fieltro. Me gustó y desde se momento me dediqué a esto. He seguido varios otros cursos realizados en Puerto Varas, en Viña del Mar con la profesora Paola Esparza. Ella me enseñó a fabricar zapatos de fieltro, por ejemplo”.
“En Temuco asistí a un curso con Mireya Araneda. Mi primera profesora particular para hacer sombreros fue Nancy Badilla. Con Denisse Caprile aprendí en Carahue a hacer flores de fieltro. Hace poco hice un curso con Jaime Lorca para aprender a obtener texturas diferentes, más suaves, con relieves o con reservas (una capa de vellón con seda que se plasma en la tela).

Un sello especial
Para el uso de estas técnicas, Miriam comenta que hay algunas máquinas en Argentina, “pero son muy caras para importarlas. Yo prefiero trabajar a mano, porque así se le da un sello especial, más cálido y humanizado al producto final”, sostiene. “Hay más mujeres en Villarrica que se dedican a esta artesanía, aunque todavía no se ha masificado”.
Miriam Monsalves exhibe sus trabajos en un puesto ubicado a un costado del gimnasio municipal. “Al público, a los turistas, les gusta mucho los trabajos en fieltro. Lo encuentran novedoso, bonito y colorido aunque creen que es fácil. El visitante extranjero aprecio mejor el valor agregado que le damos al vellón de lana”.
“Me gusta lo que hago”
La artesana describe algunas condiciones del material para la confección de distintas piezas en fieltro. “El vellón de 17 a 18 micras es mejor para ponchos y en cambio el de 20 a 22 micras es más útil para hacer cojines. Para el fieltro se utiliza lana merino australiana que es más suave para prendas de vestir. Hay diferencias en las texturas y suavidad para hacer distintos artículos”, agrega.
“Me gusta mucho y estoy contenta con lo que hago”, revela Miriam. “Mis hijos ya son profesionales, así que ahora el tiempo es para mí, para dedicarme a lo que me gusta. Tengo mi taller en casa donde doy clases particulares y promuevo mis artículos por Facebook, voy a cursos, porque hay que capacitarse constantemente. Me gusta darle otro valor a la lana que antes la gente botaba”.
“Yo tejía a palillo o a crochet, pero la lana y el fieltro me abrieron un mundo nuevo que tiene muchas más diversidad”, concluye sonriendo Miriam Monsalves.