Quienes creen que en la vida es posible convivir con la felicidad permanentemente, cabría responderles que ojalá fuese así. Pero, por el contrario, pensamos que ella está vestida de pequeños momentos, de instantes casi fugaces de alegría y que, tristemente, muchas veces somos incapaces de reconocer y valorar por la rapidez con que pasan a nuestro lado.
Para vivir la vida se necesita mucha fuerza, incluso, demasiada fuerza. De aquella que termina agotando y que muestra su mejor versión precisamente cuando somos capaces de hacerla aparecer en los instantes más complicados de nuestra existencia. Fuerza para enfrentar los problemas familiares u hogareños. Fuerza para salir delante de un pantano al que caímos por asuntos laborales y fuerza para acompañar a nuestros hijos por los caminos de la vida.
Es verdad, uno de nuestros mayores méritos puede ser el acumular la fuerza necesaria que no nos permita sucumbir ante las adversidades, que nos impida perder la conciencia respecto a dónde estamos parados, por qué vivimos y en qué condiciones lo hacemos. Fuerza para medirse en un mano a mano con la injusticia, fuerza para no aceptar la inequidad, fuerza para mirar de frente lo justo y lo injusto y fuerza extrema para decidir los caminos que deseamos seguir.
De los pobres será el reino de los cielos suena como a un premio de consuelo respecto a lo que nos suceda en nuestro paso terrenal. Se precisa fuerza para comprenderlo y para tratar de doblarlo la mano a esa vieja y absurda costumbre que señala que “es lo que nos tocó vivir”. Acariciar a una madre, proteger y darlo todo por los hijos, funcionar en torno a una vida colectiva que, a su vez, nos fortalece, son pequeñas alegrías y momentos de felicidad que nos deben dar mayor coraje, más y más fuerza para construir una vida mejor.
No, no es fácil si consideramos todas las debilidades humanas. Pero tampoco imposibles, si tomamos en cuenta que el alma y el corazón viven en permanente rebelión para alcanzar lo merecido. Fuerza, mucha fuerza, siempre más y más fuerza para ser alguien en la vida.