Quizás si hoy sea más oportuno comenzar leyendo la Frase por Correo pues desde esa idea escribimos sobre la honestidad, transformada en un acto de coraje. ¿Porque se ha perdido? ¿Porque casi es un producto en extinción? ¿Porque priman la mentira y la deshonestidad? ¿Es que para nuestros hijos estamos reservando una sociedad y un mundo falso, distinto al que nos enseñaron nuestros padres o abuelos? Bueno pensarlo, positivo analizarlo.
Si nos metemos en el mundo de los negocios no fallan quienes buscan hacer de la artimaña una forma de enriquecerse, una manera de sumar caudalosas cantidades de dinero. Siempre, en todo caso, existen quienes limpiamente, utilizando instinto e inteligencia, audacia y tino, consiguen lo mismo pero por un camino distinto.
En materia de política el panorama asoma mucho más claro pero menos halagüeño. En cada período eleccionario tenemos la oportunidad de encontrarnos con verdaderos paladines de la justicia, de la vocación por el servicio público, de la honestidad en el discurso público y de la transparencia a toda prueba. Sin embargo, los escogidos, olvidan muy pronto sus promesas, recogen sus sueldos generalmente onerosos y dedican su tiempo a todo menos a aquellos a quienes prometieron tanto.
Pero, como en todo orden de cosas, felizmente existe, al menos, un reducido grupo de políticos fieles a la causa que guía sus vidas, los de verdadera y honesta vocación de servicio público.
Por lo mismo, en estos tiempos son los locos, los personajes sacados de otro mundo, los verdaderos honestos. Aquellos quienes son observados como una curiosidad, los que hasta molestan en una época en la que la corrupción reina a su antojo. Son los que están dispuestos a dejar un legado que no admite dos interpretaciones: o se es o no se es honesto.
¿Quiere la verdad? ¿Absolutamente la verdad? Es preferible educar hijos reales, fuertes espiritualmente, leales, cabales y derechos. Esos valen su peso en oro. Esos sabrán enfrentar el futuro con las mejores armas, sin necesidad de esconderse de nadie.