El DETERMINISMO como concepto filosófico, es aquella tendencia, según la cual todo fenómeno o suceso, incluido el destino de los hombres, está prefijado de una manera necesaria por las circunstancias o condiciones en que se produce, y, por consiguiente, ninguno de los actos de nuestra voluntad es libre, sino necesariamente preestablecido.
En el mundo existen muchas personas que se consideran “deterministas”, ya sea por la aceptación de una postura religiosa, en la cual creen y confían en la existencia de un Dios que desde siempre conoce el devenir del Universo y el destino de todos y cada uno de los seres humanos que han existido y que existirán en la Tierra. Si bien es cierto que muchas religiones aceptan el “Libre Albedrío” del hombre, en el sentido de que toda persona puede elegir el camino de sus acciones por medio de su voluntad, no es menos cierto que Dios, sabría de ante mano lo que cada ser humano va a elegir. Por otra parte, las posiciones científicas anteriores a la física cuántica y las teorías de la relatividad, también creían en que las leyes mecánicas de la Naturaleza eran ciertas e inamovible y que determinaban “indefectiblemente” el destino de todos los fenómenos incluido el destino del hombre. Es decir, la misma posición teológica anterior, pero con una ecuación en la cual el lugar de Dios lo ocupa la Naturaleza y sus leyes inamovibles. Hoy por hoy, es decir del siglo XX a la fecha, la ciencia se sostiene en el cambio permanente de ella misma y del Universo y mucho más en las “incertezas” y casualidades como posibles causas del orden del Universo.
Ahora y a propósito del “determinismo” tan recurrente entre nosotros, creo, nos hace falta ponernos a la vanguardia de las formas de pensar del mundo actual. Esto lo digo por la generalizada creencia en el destino inevitable con que se opina sobre los acontecimientos que sucederán en MARZO. Como si MARZO, estuviera predeterminado por fuerzas superiores e incambiables. Ni MARZO, ni el FESTIVAL DE VIÑA, NI todo lo que suceda hoy y mañana en CHILE, como acontecimiento y construcción social y política, más allá del calendario, está determinado. En lo social y en lo político, nada se construye por “obra del destino”. Todo, absolutamente todo, lo podemos diseñar con nuestra voluntad y nuestra fuerza. Si queremos hacer las cosas bien, con racionalidad y orden de modo que caminemos todos los chilenos hacia un mundo mejor, más justo, y más amable, entonces, no creamos en el Destino y SÍ, en aportar con todo, en la nueva construcción de la Patria, votando y participando cívicamente en todo aquello que nos corresponda.
Si creemos en que “todo está escrito” y que el “destino” dirá que será de Chile a partir de Marzo, entonces, le estamos entregando en bandeja todo lo que tenemos y somos, a un pequeño conglomerado de individuos que queman, matan, roban y destruyen, sin pensar ni por un segundo en los intereses vitales y básicos de las mayorías y el bien común de todos.
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