Quizás no son los más abandonados de la zona pero igual sufren y se incomodan cuando permanentemente deben quedarse sin suministro de energía a eléctrica cada vez que sopla el viento. Lo más probable es que se piense que sus vecinos viven como reyes y que cada uno de ellos perfectamente podría adquirir un generador eléctrico para suplir y/o balancear sus carencias energéticas. Es posible que sea de ese modo pero, de todas maneras, nada impide que reclamen sus derechos a una empresa como la CGE, poderosa, millonaria, según algunos “abusiva” y que, definitivamente, no puede atender tanta necesidad debido a su poca inversión en las famosas brigadas que, cuando aparecen, son vistas como una bendición puesto que los afectados por los cortes de luz olvidamos que llevamos 20, 25, 30 horas sin suministro eléctrico. Nos referimos, sólo por citar un ejemplo, al condominio Lomas de Villarrica, ubicado a un par de kilómetros de la ciudad pero azotado permanentemente por los cortes. Se estampan los reclamos, anuncian que antes de 4 horas se presentarán para reparar y deben pasar, lea bien, más de 30 horas para que lo hagan y, en el caso de este fin de semana, sólo a medias.
En las Lomas de Villarrica nadie pierde conciencia de que existen sectores poblacionales pobres o rurales a los que el castigo les llega de la misma forma, con oscuridad siniestra y sin poder usar los servicios básicos como el agua, refrigerador, atender enfermos convenientemente, etc. Pero ello no impide que, como seres humanos con deberes y derechos, reclamen con más decisión y, lo creemos firmemente, cada día con mayor fuerza y espíritu comunitario.
Todos sufren las consecuencias con los permanentes cortes de luz, todos casi sin derecho al pataleo, todos soportando la impotencia de ver sus derechos básicos pisoteados, de sentirse humillados y atropellados. Más aún cuando no hay autoridad nacional, ni regional o local que nos defienda como en justicia debiera ser. Tampoco parlamentarios. Es el abandono total y como dice el tanto “el que no llora no mama”, por lo que habrá que golpear la mesa para que estas grandes empresas entiendan de una buena vez que llegó el minuto de tomarnos en serio.