El tejido en lana en este siglo 21 es una expresión viva de antiquísimas tradiciones culturales de la humanidad. La necesidad de abrigo para soportar inclemencias del tiempo en diferentes latitudes, llevó a la mujer y al hombre a practicar de esas técnicas.
En esta zona lacustre el tejido en lana de oveja sigue vigente como lo evidencia un grupo de mujeres conocido como “Las Tejedoras del Mercado”, partieron en el Mercado Fritz. Aunque tejen todo el año, es en el verano cuando exhiben sus trabajos en una feria artesanal a un costado del edificio municipal, en Villarrica.
Tejedoras
Conversamos con dos de las tejedoras en el local. Se ven contentas, muy concentradas tejiendo, mientras principalmente turistas observan, admiran y adquieren algunos de los multicolores trabajos que se muestran allí. Irenia Villagrán Andrade, nacida en el sector rural de Relún, residió en Santiago varios años y ahora desde 2004 regresó para radicarse en Villarrica.
Cuenta que enviudó en 1993, 2 hijas, una en Santiago, la otra en Iquique, 5 nietos. “Desde muy niña aprendí a conocer el tejido en lana, mi madre era folclorista y tejía así es que siempre estuve vinculada a esta artesanía. Recuerdo que mi madre iba a Valdivia y a Corral, le llevaba tejidos a un tío que vivía en esa zona. Eran tiempos en que funcionaba una fundición de la Compañía de Acero del Pacífico (CAP), en Corral”.
Extranjeros
Irenia sigue narrando: “Resulta que había técnicos de la fundición que veían de Estados Unidos. Sus esposas se interesaban mucho por los trabajos en lana y eran buenos compradores. Así fue como yo me fui familiarizando con el tejido a mano y en telar. Después yo misma les tejía a mis hijas cuando niñas. Tejía ropa, chalecos, calcetines y hasta frazadas y cobertores”.
Interviene otra de las tejedoras en la charla. María Toledo, quien declina hablar de ella misma y a ser fotografiada. “Siempre he tejido, toda mi vida. Nosotras no tenemos una especialidad en los trabajos que hacemos, tejemos de todo. En este grupo somos seis las que participamos, pero hay varias socias pasivas que por distintos motivos se han ido retirando”.
Satisfacciones
Por su parte, Irenia Villagrán revela lo que significa tejer para ella y el sentimiento que le causa. “El tejido me da vida”, expresa. “Aunque esté viendo televisión sigo tejiendo, me relaja y me entretiene. Se piensa, se recuerda”, apunta con un dejo de nostalgia.
“A nosotras, las tejedoras de este grupo, nos da mucha satisfacción que se valore nuestro trabajo que hacemos con mucho cariño y dedicación. Nos encanta que a las personas les guste lo que hacemos y se lo quieran llevar para ellas mismas o para regalo”, comenta Irenia.
En cuanto a cómo ven sus familias la actividad artesanal de ellas, María dice brevemente que “mi hijo valora lo que hago”. Por su parte Irenia dice que “mis nietos son quienes más admiran y celebran mis tejidos, ellos dicen “qué bonito, qué lindo abuelita”.
Preferencias
Las tejedoras coinciden al afirmar que los gustos van cambiando con el paso del tiempo. “Antes yo hacía más chalequitos para niñitas y niñitos en colores rosado, celeste o blanco. Ahora tienen más acogida chalequitos para niños hombres”, explica Irenia.
María Toledo agrega: “También hacemos muchos trabajos como gorritos, polainas, ponchos zapatos de bebé, zoquetes, calcetines para adultos, sweaters, chalecos y faldas. Usamos más lana hilada y algo menos en vellón. Actualmente hacemos poco teñido y trabajamos más la lana natural”.
Refiriéndose al origen de la lana y al tejido en el país, ellas coinciden también en que la lana de esta zona y el tejido es lo mismo que se hace en Chiloé, sólo varían un poco los motivos, los dibujos, aclaran.
Irenia comenta que en la zona de Villarrica la gente se interesa poco por los trabajos en lana de oveja. “Creo que muchas personas piensan que usar prendas de lana es ser pobres. Pero la gente de otras ciudades y del extranjero sí que aprecian la ropa de lana”.