Iniciar un nuevo mes nos parece comenzar a invadir un mundo desconocido por varios factores. Porque no sabemos qué significará en nuestras vidas. Porque no entendemos con claridad que ya haya personas que se sienten penetradas por sentimientos oscuros, poco transparentes, llenos de intereses que no pertenecen al alma nacional, más preocupados de ganancias particulares o partidistas que lo que realmente es de interés absoluto del país, es decir, todo aquello que contribuya a hacernos más felices, mejor tratados o con más esperanzas en el futuro.
Iniciar este mes también nos hace apretar las manos por nuestros hijos, por sus sueños, por el futuro que les espera al iniciar un nuevo año escolar. Ellos son nuestra mayor preocupación, nuestro corazón encendido y dispuesto a batallar todo lo que nos quede de vida por su bienestar y, aunque no nos entiendan del todo, por enseñarles valores, contenidos y miradas distintas que puedan acompañar sus caminos.
Partir sacando una hoja del calendario para enfrentarnos a 31 días nuevos, incógnitos, misteriosos y atractivos, significa estar vivos, con nuestros corazones latiendo y tratando de entender que la vida es nuestra, que debemos atesorarla y disfrutarla, apretarla contra nuestro pecho y valorarla aunque, es verdad, hay quienes no lo comprenderán jamás. Cerrarán sus ojos para siempre sin tener idea que vivieron.
Un nuevo mes, un nuevo proceso con sus distintas rutas, con nuevas e importantes decisiones que asumir, con horizontes por descubrir y con sueños ideales que defender siempre, pero siempre en un clima de paz. Hasta las palabras pueden ser sinónimo de violencia y, por lo tanto, entendamos que hablar y respaldar una idea necesariamente requiere seriedad y madurez.
Bienvenido un nuevo mes con saludos para todos, para ellas y ellos, para niños, niñas, ancianas y ancianos. Para todos los que deseen vivir una vida en paz, de sana convivencia y tranquilidad lo que no significa aceptar el abuso y la desigualdad. Ante Dios, todos somos sus hijos, todos somos iguales.