Durante fines del siglo 19 y el siglo 20, todo el movimiento postal en Chile se hacía mediante el ferrocarril. Así le consta, porque trabajó mucho tiempo en la empresa de Correos de Chile, a José Ángel Navarro Solís (67), casado, 4 hijos, 5 nietos, jubilado hace 5 años.
José Navarro es un personaje muy conocido en Villarrica, en especial por las personas mayores. Se inició en la vida laboral a los 14 años y en 1967 se incorporó a la empresa de Correos en su pueblo natal, Huiscapi. Estuvo 48 años cumpliendo distintas funciones en la empresa. “Eran tiempos en que se escribía con lápiz de mina y se borraba con miga de pan, todo era muy básico”, dice riendo.
Tristeza
José Navarro señala que “di mucho por la empresa, tuve muy buenos jefes (hombres y mujeres), pero a quien le doy un 7 es a Elizabeth Keller. Era muy cooperadora en el trabajo y muy comprensiva en aspectos humanos”, subraya. Pero José guarda una tristeza: “Después de tantos años, creo que merecía un reconocimiento de la empresa, el que no llegó y que todavía espero”.
“También tuve muy buenos clientes, buenas personas, muy amables conmigo aunque había algunos pocos algo complicados. Yo me adaptaba a todos”, menciona. “Por mi lado, nunca traspasé mis problemas al público tanto como operador postal en ventanilla como en el reparto a domicilio”, confiesa.
Anécdotas
La trayectoria de José en Correos está plagada de anécdotas. “Un día me di cuenta que fuera de la oficina, había una mujer joven con aspecto muy débil y atribulado, con un bebé en los brazos. Le pregunté si tenía algún problema. Me contó que recién había tenido su guagua por cesárea y que quería ir a su casa. Llamé un taxi, le pagué la carrera y la mandé a su casa. Al otro día vino el esposo de la mujer a pagar la carrera del taxi. Por su puesto no acepté ningún pago. El hombre no lo podía creer”.
“Otra vez, un domingo, sorprendí a un ladrón dentro de la oficina. Me dijo que estaba pintando, le respondí que siguiera, sin problemas, pero llamé a Carabineros. El tipo trató de escapar, lo perseguí, tomó un taxi y se fue, pero quedó su mujer que estaba afuera. Al final, lo pillaron y ahí quedé más tranquilo”, relata.
Otros tiempos
“La gente de antes en Villarrica era mucho más humilde y respetuosa, incluyendo a los jóvenes. Eran otros tiempos que no volverán”, apunta resignado.
Más adelante José Navarro cuenta que durante un tiempo fue el funcionario encargado del Correo en el tren que corría entre Villarrica y Loncoche. “En el carro de equipaje teníamos una oficina pequeña en la que se tenía que clasificar la correspondencia a Ancahual, Huiscapi, Ñancul, Villarrica y Pucón para dejar las cartas en cada lugar. Fue un periodo muy bonito, éramos un equipo con el personal ferroviario”.
“En esa época conocí a mi esposa, Bernadita del Carmen Burgos Garcés, que vivía en Gorbea, así que iba en tren a verla los domingos. Uno de nuestros hijos es Doctor en Matemática y trabaja en España, el otro vive en Santiago. La hija mayor es matrona en Castro. La otra, es enfermera y vive en Puerto Varas”, cuenta con orgullo.
Vida normal
En 2005 estuvo aquejado por una trombosis ya superada y padece de diabetes bien controlada, hoy lleva una vida normal. “Como en el reparto usaba una bicicleta, me acostumbré y ahora práctico todos los días como paseo y como ejercicio”.
“Estoy contento con mi vida y con mi familia. Tengo algunos buenos amigos y buena relación con mis 6 hermanos. Voy al cementerio los domingos a visitar las tumbas de mis padres, fueron de familia modesta, pero que nos dieron muy buena formación. Mi madre era muy estricta en la disciplina y mi padre nos exigía que “no nos ensuciáramos ni con una aguja”.
Sobre la vida actual, José Navarro comenta que “está todo muy malo, muy difícil, no hay respeto por nadie. Le perdí cercanía a la política, al fútbol y a la religión. Se ha perdido todo lo bueno que teníamos como país”, expresa finalmente.