La atención de la opinión pública está puesta en situaciones muy delicadas y visibles. Por un lado, están los cabildeos políticos en el Congreso en la tramitación de proyectos de ley con medidas de la agenda social que aliviarían el cotidiano de amplios sectores de la población (pensiones, sueldos, etc.)
En otro plano, se han conocido declaraciones, ahora desembozadas, de políticos de extrema izquierda y recién acogidas también por la oposición moderada, en cuanto a adelantar las elecciones de 2021 y, con ello ir a la destitución del Presidente.
De concretarse estas ideas se rompería inéditamente la institucionalidad y el régimen democrático. Quienes las propician no explican si con esas medidas extremas se solucionarían las demandas sociales más urgentes y aquellas de tipo estructural. Tampoco aclaran qué tipo de régimen pretenderían instalar de lograr sus propósitos.
Hay, además, otros dos temas que preocupan a la ciudadanía. El primero es sobre la pandemia por corona virus y las medidas que se están adoptando en la actual fase dos del contagio. No obstante, autoridades y expertos señalan que es indefectible que se podría llegar a las fases siguientes de la enfermedad, lo que significaría contagios más diseminados en la fase tres y hasta masivos en la fase cuatro.
Por otro lado, al persistente e irracional afán destructivo de la llamada “primera línea”, se ha sumado la aparición de grupos de choque de extrema derecha que han expresado que también protegen a manifestantes en este caso por el Rechazo. Analistas imparciales sostienen que el rol de esos últimos grupos es similar al de los encapuchados de izquierda y anarcos que dicen proteger a los manifestantes por demandas sociales.
Al final la comunidad nacional está enterada que el accionar violento deja cada día y cada noche graves secuelas de destrucción, saqueos e incendios ante la desesperación de los vecinos. Se está llegando así a un clima de violencia que a nada positivo puede conducir.
De este modo, la incertidumbre imperante en la vida nacional parece lejos de decrecer, más todavía si como consecuencia de todo esto la economía del país se debate en serias dificultades que se acrecentarían en meses venideros. El principal objetivo debería ser crear las condiciones reales para terminar cuanto antes con la violencia política mediante un diálogo racional y patriótico.