La grave crisis que vive el país por la pandemia del virus corona y la consiguiente enfermedad del Covid-19, además de los riesgos propios que provoca, está generando actitudes y comportamientos nuevos de las personas. Para toda la población este fenómeno es completamente inédito.
En nuestra zona lacustre las ciudades y poblados se ven casi vacíos, muy pocos vehículos motorizados circulan por sus calles y caminos, buena parte de los locales comerciales están cerrados y, en general, da la impresión de estar viviendo domingos permanentes o alguna fiesta religiosa de guardar como en el pasado cercano.
La poca gente que deja sus domicilios lo hace por el imperativo de adquirir medicamentos, productos de alimentación básicos, por gestiones bancarias impostergables o reabastecimiento de combustible. Las ciudades están casi en cuarentena voluntaria y preventiva. Este es el panorama que se advierte desde hace ya varios días.
Se observan rostros preocupados, tensos, sin lugar a sonrisas o bromas, provistos de mascarillas que procuran mantener la distancia social recomendada con insistencia y que no siempre es posible cumplir por costumbre en filas así como en la concurrencia a algunos locales comerciales. Por ello, varios supermercados por ejemplo, han tomado medidas en ese sentido permitiendo el acceso sólo a pequeños grupos de no más de diez personas a la vez.
A estas alturas se puede decir que ninguna medida preventiva es exagerada. Sólo corresponde persistir en los esfuerzos para dejar de lado costumbres culturales y adaptarse rápidamente a este nuevo escenario de salud pública que no se sabe cuándo podrá terminar. Se trata de proteger las vidas de sí mismos y las de los demás, por eso se habla de humanismo, solidaridad y generosidad.
Quizás por el aumento de la demanda se notan en el comercio carencias de algunos artículos de aseo e higiene personal (mascarillas, alcohol gel) y un grado de especulación en los precios que no es admisible en ningún caso.
Por estos días los pensamientos van hacia la dificilísima situación que afrontan muchos comercios como locales de gastronomía y otros pequeños negocios que han debido cerrar sus puertas en vista de la ausencia de público o simplemente por la necesidad de facilitar el autocuidado de sus trabajadores.
Para todos quienes están soportando estos complejos momentos económicos, va nuestra solidaridad y apoyo con el deseo que prontas medidas gubernamentales contribuyan a aliviar en parte su desesperación e incertidumbre.