No se trata de casos curiosos ni anecdóticos y muchos de historias para contarles a los nietos. Es tan grave lo que sucede en el mundo y, por ende, también en nuestro país, que solo saber que existe gente contagiada con el COVIS – 19 y que anda en la calle tratando de viajar, eludiendo tratamientos, etc., da temor. Porque los casos que se han descubierto son pocos en comparación con los que realmente deben ser. Es decir, el contagio anda al acecho no solamente porque naturalmente debe producirse sino porque, además, la irresponsabilidad de algunos no tiene límites.
El tema, el virus, está causando estragos no sólo desde el punto de vista sanitario o médico sino también desde el prisma económico. Todos tenemos compromisos que cumplir y algunos de ellos ineludibles e impostergables. Sin embargo, uno de los mayores temores de los economistas es que la cadena no se rompa, que a toda costa se mantenga pero la realidad indica otra cosa. Si una pyme no logra que le paguen sus trabajos, como trabaja casi sin capital de reserva, es imposible que pueda pagar a sus trabajadores, al banco, arriendos, etc. Prácticamente imposible. Con los bancos, ni hablar porque aquellos velan por sus intereses bajo una máscara de comprensión y preocupación. Todos se atrasan con sus cuentas y de esa manera se rompe la cadena de la que hablan los economistas. No circula dinero, no se puede acudir al comercio, éste cierra sus puertas temporalmente o, derechamente, quiebra. De ese modo, la estela de cesantía, de deudas, de compromisos impagos, de falta de circulante va causando estragos y ahondando la crisis.
Dicen los que saben que esto está recién comenzando, que las próximas semanas y meses serán peores aunque débilmente surgen algunas voces que son más positivas. Es cosa de imaginarse lo que sería el próximo verano si la situación no cambia radicalmente. Mientras tanto, algunos irresponsables propagan la epidemia intentando eludir las normas vigentes. Ellos, de acuerdo a lo que se ha anunciado, serán castigados ejemplarmente. Como debe ser.