Continuando con el tema que iniciamos ayer, la verdad es que no estamos tan seguros que vayamos a cambiar tanto después que finalice la pandemia que a gran parte de nosotros nos tiene aislados en casa. Trabajando y pensando. ¿Cómo se llama? Tele trabajo, eso es. Y con tiempo para meditar respecto a las consecuencias de lo que sucede a nivel mundial. En primer lugar, aunque le moleste a muchos, el desastre económico en nuestro país no se inició con el estallido social ni continuó con el coronavirus. No, señores. La Cámara de Comercio de Villarrica, desde hacía más de un año realizaba importantes reuniones en Temuco y Santiago exponiendo el problema que enfrentaban los comerciantes de esta comuna. La mayoría, imposibilitados de atender los pagos de IVA. Es decir, la debacle económica se experimentó mucho antes, aumentó con el estallido social y ahora, es obvio, se hizo mucho más dura con el tema sanitario. Lo que vendrá después, lo iremos conociendo con el paso de las semanas y meses.
¿Y cuánto vamos a cambiar? Muchísimo, es obvio. Porque tal como lo ha adelantado el propio gobierno e importantes personeros del empresariado nacional, vendrán tiempos dificilísimos. ¿Para todos? Bien sabemos que nunca ha sido para todos pero lo que es seguro que el drama profundo, serio y casi sin solución lo vivirán las pymes del país. Las mismas que llevan sobre sus hombros la gran carga laboral de Chile porque son, precisamente, las que más entregan trabajo a los ciudadanos chilenos. Desde ese punto de vista, podría anticiparse que muchas pymes cerrarán sus puertas y que otras deberán adaptarse a nuevos presupuestos para sobrevivir y, por lo mismo, a producir con menos personal. Un terremoto de consecuencias insospechadas. En otras palabras, luego de la generosa Teletón cuya carga arreglaron los empresarios de Chile con donaciones insospechadas, podría presumirse que luego vendrá el tiempo en que cada cual deberá rascarse con sus propias uñas o de gritar ¡sálvese quien pueda!
El panorama no es de los mejores, para nada. Ya en estos días, hay quienes no saben hacia dónde mirar en busca de socorro. Pero no olvidemos que los problemas económicos de Chile no comenzaron con el estallido social ni con la pandemia. Su origen se remonta a varios meses atrás de estos sucesos.