
Me da la impresión, que es creencia generalizada en la humanidad, el pensar que cuanto más evoluciona la ciencia y tecnología, más segura e invariable se hace la vida cotidiana de los seres humanos. Craso error, y lo estamos viendo en estos días de cuarentena. Debemos reconocer que tanto la ciencia como la tecnología nos han mejorado la vida notablemente. Ya con la invención y el descubrimiento de la sulfa y los antibióticos, la vida se nos mejoró un buen tanto. Ahora con las vacunas, la saponificación (jabones y detergentes), los sueros, la higiene y la esterilización, los márgenes y umbrales de la vida de los humanos y de todos los animales domésticos se alargó y su calidad, sin duda que se arregló bastante. Lo importante, es darse cuenta de que vida asegurada no existe y que siempre estaremos a merced de la naturaleza y de los irrenunciables cambios que ella disponga. Esto es observable en el macro mundo con el sin número de eventos catastróficos a los que en Chile estamos acostumbrados. De esos no nos puede proteger nadie. A lo sumo y a futuro, podríamos predecir un terremoto y tener aviso del tsunami, pero sus efectos, difícilmente, los vamos a poder obviar. Lo mismo sucede con el MICRO MUNDO, aquel mundo de los objetos que no se ven, ni se tocan y que a muchos, que no tienen su educación acabada, les parecen un cuento y una pamplina. Así, entonces, aquel mundo de las partículas sub atómicas, los electrones, los átomos y moléculas, lo mismo que el micro mundo orgánico de gérmenes, virus, bacterias, microbios, se hace más complejo a la intuición y a la comprensión de la generalidad de la población. Lo terrible es que la vida está fuertemente ligada y determinada por este micro mundo que no se ve a simple vista y que es parte irrenunciable de nuestra estructura corpórea.
Lo CONCRETO o cierto es que estamos vivos por un determinado lapso de tiempo, luego debemos morir y lo ESFÍMERO es que la vida si no la atendemos como nos demandan esos mundos macro y micro, que mencionamos, la podemos perder fácilmente. Fíjense ustedes, que la vida de todos los seres vivos del planeta depende de la existencia del Sol y de las ondas electromagnéticas que nos llegan a la tierra de aproximadamente 150 millones de kilómetros de distancia. Que más sutil que eso. Y estas ondas no se ven ni se tocan, ni tienen precio alguno. Las armas más letales son las nucleares y las bacteriológicas. Ambas por efectos micro, núcleos atómicos y micro organismos patógenos tales como el COVID_19.
Finalmente decirles que esa gran población chilena y del resto del planeta, que en estas condiciones de muerte, de urgencia y de salvataje de nuestras vidas, siguen deambulando, sin piedad por las ciudades, es por ignorancia o por egoísmo suicida. Piensen lo siguiente; los casos registrado con la peste, hasta el día de hoy sábado, en que escribo esta columna son casi 4.200 en todo el país y en Temuco 477. Esto nos muestra la punta del iceberg, pues los no registrados y contagiados, que devienen del contacto en trenes, buses, metro, colas, ferias, y supermercados, podemos inferir que este universo debe de ser 3 o 4 veces mayor al registrado. Por lo tanto vamos a tener una evolución y potencial recuperación de los actuales registrados a mediados de abril. El resto de los contagiados aparecerán desde mediados de abril y hasta el pleno invierno. Esto alarga las cuarentenas, los encierros y detiene radicalmente al país entero. Ni hablar del enorme número de perdidas de vidas de conciudadanos. No es justo.
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