Lo hemos conversado con autoridades y no dejamos de asombrarnos por la indolencia de la gente. Bueno, no de toda pero sí de muchos que insisten en salir a la calle con la urgencia de hacerlo para nada. Se juntan con amistades, se encuentran con conocidos, conversan, se paran en las esquina a nada y luego vuelven a casa. Dejan la impresión que no tienen idea o que no les importa la gravedad que representa contagiarse con coronavirus. Ello sucede en Temuco, en Padre Las Casas y también la zona lacustre. De nada sirven los llamados de las autoridades de salud y políticas en orden a quedarse en casa, a no salir, a cuidarse y, por ende, proteger a los suyos, a su entorno. La mayoría, ciertamente, lo hace pero existe un porcentaje de personas que ignora la medida y se atreve a salir a la calle, incluso, sin mascarillas.
Lo anterior, queridas y amables lectores, demuestra el desprecio por la vida, propia y por la de aquellos seres que dicen amar. Es falso que los quieran tal como posiblemente pregonan. Si así fuera, estarían compartiendo en casa sin arriesgar a contraer la enfermedad. Si es cierto que los aman, protegerían a hijos, nietos, etc., pero no lo hacen. Si es verdad que los quieren tanto, serían ellos los que impedirían que el resto de la familia salga a la calle si no es por un motivo de absoluta urgencia. Parece que estuvieran esperando medidas más enérgicas para que la fuerza pública los obligue a retirarse de las calles.
Desde esta tribuna, hacemos un llamado a todos, absolutamente a todos, para que nos transformemos en agentes de la vida, en defensores de la salud, en mensajeros de unidad, solidaridad y guardianes del cumplimiento de todas las medidas de seguridad que se nos han sugerido con carácter de urgente. No puede ser de otros. ¿Deseamos que el virus llegue a ser un triste recuerdo? ¿Queremos que se bata en retirada? Pues aquello es responsabilidad de todos. Demostremos que la zona lacustre sabe luchar y que no comete irresponsabilidades. Por favor, quedémonos en casa.