Resulta altamente desalentador analizar el panorama actual y futuro para Chile. En realidad, tratar de ser optimista hasta resulta quijotesco si abrimos los ojos y concluimos que hemos sido conducidos como un rebaño, aprovechando situaciones reales y actuales, pero a las que se intenta hacerlas aparecer como las responsables 100 % de la problemática actual y futura. Cualquiera que tenga dos dedos de frente comprende que acá hay, evidentemente, “gato encerrado”. Cuando se ofrece el fondo de cesantía para que la gente que ha sido y seguirá siendo despedida, no por maldad de las pymes sino por la absoluta imposibilidad de mantener a todo su personal para TRATAR de sobrevivir, no se está haciendo otra cosa que usar NUESTRO propio dinero porque ese fondo se nutre del ahorro de los propios pequeños empresarios y trabajadores de Chile. En otras palabras, se nos ofrece ayuda metiéndonos la mano a nuestro propio bolsillo.
Las medidas de urgencia que ha adoptado el gobierno son útiles pero lentas, demasiado para aquellos que ya están con la soga al cuello. No es una solución para nadie que se preste dinero con cero interés, si además se anuncia que habrá, como enorme garantía, seis meses de gracia para, recién después de medio año, comenzar a servir esa deuda. ¿Estarán las pymes y los trabajadores independientes en condiciones de servir la deuda en seis meses más cuando ya se anuncia que el panorama económico va a ser todavía más negro después de la pandemia? A esa medida se le puede llamar “pan para hoy y hambre para mañana”.
En realidad, amables lectoras y lectores, respecto al tema que conversamos hoy habría tanto, pero tanto por hablar. Sin embargo, deseamos detenernos en las AFP del país. A alguien se le ocurrió que millones de chilenos se verían beneficiados directamente si de esos fondos ahorrados se nos devolvía ahora ya, cash, de manera inmediata, un 10 por ciento, sólo el 10 por ciento de lo que hemos ahorrado trabajando toda una vida. La oposición fue inmediata, pasando por el gobierno, parlamentarios de todos los partidos políticos y otros señores influyentes del país. No era posible. Pero a nadie se le ha ocurrido pensar qué porcentaje hemos perdido debido a las pérdidas que las AFP han tenido manejando, otra vez, NUESTRO DINERO. En la zona, una persona descubrió que si hasta mediados del año pasado tenía un fondo de ahorro de 41 millones de pesos, desde el que saldrá la jubilación para nuestros últimos años de vida, ahora sólo cuenta con cerca de 36 millones debido a que las inversiones de las AFP han fracasado. Pero, lo que es peor, es que sólo pierden los trabajadores porque las AFP, quizás por cuál ley bruja, no pierden ni un solo centavo. El Estado se encarga de reponerles lo que han perdido. Es fácil invertir y arriesgar cuando se utiliza la plata ajena.