Desde que hace 46 días apareciera la primera persona contagiada con el corona virus en nuestro país, la evolución de la epidemia hasta ayer al mediodía mostraba un total de 8.807 contagiados y lamentablemente 105 fallecidos. Desde un principio, en diciembre pasado, la ciudadanía supo que se trataba de un virus nuevo, con una tasa de contagio y letalidad diez veces mayor que la del virus de la influenza.
En nuestro medio se puede apreciar que el comportamiento de los habitantes de Villarrica, Pucón y Curarrehue, ha sido el recomendado. Muy bueno. Ha habido acatamiento de las medidas dispuestas por las autoridades sanitarias. Aislamiento voluntario, distanciamiento social entre personas en filas para compras o trámites ineludibles, se supone que lavado contínuo de manos y uso de mascarillas.
Respecto a estas últimas, ha habido cierta ambigüedad. En un comienzo se indicó que su uso no era indispensable, pero en los últimos días la instrucción ha estado dirigida a la necesidad de su utilización. El destacado experto surcoreano Dr. Kim Woo Joo, ha sido categórico en subrayar el beneficio de protección sanitaria del adminículo para todas las personas.
La nota reprochable ha corrido por cuenta de personas que han desoído irresponsablemente los insistentes llamados de las autoridades en orden a no viajar a zonas turísticas. Sin embargo, los días miércoles y jueves previos a Semana Santa, se pudo observar que cientos de vehículos ingresaban a esta zona lacustre con evidencias de que éste no era su lugar de residencia permanente.
En el acceso norte a Villarrica del puente Leufulafquén, se pudo ver a funcionarios municipales, policiales y militares que efectuaban un control parcial de esos vehículos. Pero, al parecer muchos de los conductores contaban con autorización, pues en su gran mayoría continuó su desplazamiento hacia Villarrica y Pucón. Por otro lado, el respeto al toque de queda vigente afortunadamente ha sido una constante en la población.
Ante la catástrofe de la pandemia, lo verdaderamente trascendente es la conciencia que la más efectiva forma de combatirla es con el decidido concurso de todas las personas sin excepción. En la medida que todos asumamos la gravedad de la situación cumpliendo las instrucciones oficiales, se estará dando un paso crucial para frenar el aumento de contagiados y, lo que es más trascedente, para impedir que el número de fallecidos se pudiera transformar en una tragedia aún mucho mayor.