Los expertos de todo tipo que incluye a médicos (infectólogos y epidemiólogos, entre ellos), científicos, investigadores, etc., hablan con total crudeza y convicción que cuando se llegue al peak del COVID-19, estimativamente para las dos primeras semanas de Mayo, subirán los casos de infectados y de fallecidos por la mortal enfermedad. Han dicho, además, que tratar de hacer volver a los estudiantes a clases y pretender que los trabajadores vuelvan a sus labores habituales son las peores medidas que las autoridades podrían adoptar en estos momentos. Provoca temor analizar lo que ocurre y pretender adivinar las intenciones de quienes proponen tales resoluciones. Recordemos que sólo días atrás se enfatizaba por todos los medios de comunicación sobre la urgente necesidad de quedarnos en casa, sobre el distanciamiento social, etc. ¿Qué cambió en 48 horas? La respuesta es un absoluto misterio pues como toda la información respecto al virus, sobre los contagiados, los fallecidos y quienes felizmente han superado la enfermedad la maneja casi exclusivamente el ministro Mañalich, es complicado indagar sobre las verdaderas razones del cambio de mentalidades imprescindible determinar cuáles o quiénes son las prioridades del país: o mejorar productividad y como resultado, la economía; o las personas, los seres humanos y el legítimo derecho a vivir. Compatibilizar ambas opciones aparece como una tarea muy complicada.
Fríamente y con sentido economicista, podría decirse que mueran los que tengan que morir pero la economía no puede paralizarse. Del otro lado de la calle están quienes aseguran que son las personas las que a futuro fortalecerán la economía pero que tales personas están dedicadas por entero, en estos días, a protegerse y a proteger a sus familias. No hay por dónde perderse, el camino está claramente demarcado y hay espacio para distraerse en consideraciones monetarias, especialmente entre aquellos que ostentan el poder económico: los grandes empresarios del país. Vamos autoridades chilenas, a salvar vidas porque esas mismas vidas tomarán entre sus hombros la enorme responsabilidad de hacer crecer a Chile tal como lo deseamos todos, pero vivos.