Entre algunas cuestiones que han quedado en evidencia en las últimas semanas en torno al combate contra el coronavirus, están que las autoridades sanitarias han incurrido en algunos errores no forzados. La mayoría de ellos de tipo comunicacional que a veces han producido confusión en algunas personas, y que la oposición y sectores del periodismo se encargan de maximizar y reiterar hasta la exageración.
Por su lado, las autoridades son quienes deben enfrentar día a día a periodistas ávidos de sorprenderlas en alguna contradicción, error o imprecisión, aparte, por cierto, del legítimo derecho de informar por sus medios a la población. Varios de esos errores han sido más bien jocosos y no debería dárseles otra connotación.
Se ha podido comprobar que la expresión oral no es precisamente el fuerte de algunos altos funcionarios, lo que en todo caso no desmerece sus capacidades y competencias en la enorme responsabilidad que pesa sobre ellos en las complejas decisiones para proteger la salud de todos los chilenos. En las graves circunstancias que se viven, lo que se esperaría es una cuota de buena voluntad y comprensión, dirigiendo la mirada hacia lo sustantivo y verdaderamente importante de la información oficial.
En otro plano, ayer el ministro de Salud chileno fue nominado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), para exponer por video-conferencia sobre las políticas sanitarias de los países de América, y de Chile en particular, ante el director del organismo y ministros de países de Europa y Asia. Esta nominación ha sido en la práctica un reconocimiento explícito a la forma cómo Chile enfrenta la pandemia.
Por otro lado, se mantiene una campaña, abierta o soterrada, de algunos sectores políticos, gremiales y de usuarios de redes sociales en contra del ministro aunque se entiende que un hipotético cambio en esa cartera sería un craso error. Supuestamente equivaldría a que durante una guerra se relevara al jefe de las fuerzas por cuestiones meramente adjetivas de su estilo, simpatía o rasgos de personalidad sin considerar su real competencia en ese campo.
Por el contrario, en situaciones críticas del país lo que ha valido antes y tiene aún mayor vigencia hoy, es la unión tras las autoridades –sean del signo político que sean- que estén conduciendo un proceso de respuesta a un fenómeno de salud pública tan cruento como desconocido y por ello de enorme complejidad.