Por: Max Wenger, periodista

Los villarricenses, puconinos y curarrehuinos pueden sentirse satisfechos de la forma cómo están encarando los sacrificios y penurias que representa estar viviendo un inesperado e indefinido periodo de grandes dificultades por Covid-19.
Los datos sanitarios de las tres comunas reflejan hasta ahora una clara tendencia a la estabilidad, lo que evidencia que la población no sólo ha entendido la gravedad de la situación. Tan importante como eso es que sus habitantes están respetando y aplicando con determinación los instructivos de las autoridades con gran sentido de conciencia social y solidaridad. Y eso es justo reconocerlo aunque el desafío persista y se deba continuar con la misma actitud.
Lo anterior no significa que los logros obtenidos no representen un alto costo en cuanto a tristes y dramáticos decesos y personas contagiadas que, sobre todo al comienzo de la pandemia, en el caso de los fallecimientos han enlutado a sus familias y a toda la comunidad de esta zona.
Al hablar de sacrificios se quiere hacer justa mención de la costosa incidencia que tiene la epidemia en la actividad productiva y el empleo tanto en la zona lacustre y cordillerana. Pequeñas empresas y esforzados emprendimientos referidos en especial al comercio y servicios, están soportando estoicamente los embates de la epidemia.
Tanto por prevención cuanto más como secuelas de la inactividad, son muchas las personas que están sufriendo con sus familias los devastadores efectos económicos derivados del Covid-19. No se conocen datos oficiales en esta zona sobre la pérdida o suspensión de puestos de trabajo como tampoco sobre el número de micropymes y emprendimientos que han debido cerrar sus puertas temporal o definitivamente. Sólo se puede afirmar que son muchos y que por lo mismo el panorama futuro no es alentador.
Están también los numerosos casos de trabajadores por cuenta propia, informales y ambulantes, para quienes la forzada inactividad, es sencillamente desastrosa. Propietarios de pequeños comercios y su personal, taxistas, propietarios y conductores del transporte público, asalariados, trabajadores de oficios diversos y un largo etcétera, tratan de resistir heroicamente en medio de la incertidumbre y la desazón.
A todos ellos es oportuno hacerles llegar el aliento de la comunidad que reconoce sus esfuerzos y su lucha, por lo que al menos simbólicamente de seguro les tiende una mano solidaria.