Aunque no se desee nuestras mentes piensan muchas veces al día en una serie de temas, todos relacionados con el coronavirus, en las deudas de hoy, en las cuarentenas y la urgente necesidad de salir a trabajar para parar la olla, en la posibilidad de contagio, en la actitud de los grandísimos del país que no trepidan en cobrar y asfixiar a la gente, etc.
Son los temas de la mesa familiar, del trabajo los que acuden a laborar, en las filas de los bancos y financieras, en las colas de los supermercados, en los taxis colectivos y otros lugares. De ahí que nos preguntemos ¿cómo será la vida después de la pandemia? ¿Cómo seremos cuando todo esté calmo, al menos del peligro de contagio y volvamos a tratar de llevar una vida como la de antes?
Es justo que pensemos en que una buena proporción de chilenos se abocará a encontrar un trabajo con urgencia pero, en ese momento, quizás lo haga con legítima esperanza y con la ilusión de un mundo mejor. Es lógico creer que los no perdieron su lugar de trabajo pero vieron rebajados sus sueldos pretenderán recuperarlos al 100 por ciento. Poquito a poco iremos tratando de aprender a caminar, igual que pequeños en un corral que dé seguridad. ¿Seremos mejores? Pensamos que sí, que la lección no será en vano, que sabremos distinguir con claridad a los amigos (a los verdaderos), que sabremos consolar a quienes perdieron a alguno de los suyos y veremos la forma de levantar a aquellos que quedaron a la orilla del camino sin la fuerza necesaria para ponerse de pie. Así somos los chilenos y nadie nos va a cambiar.
¿Y qué harán los multi, multi, multi millonarios? Los dueños de todo en el país, los que nunca dejaron de cobrar y de sacarnos lo que no teníamos. ¿Quedarán con algún cargo de conciencia? ¿O aparecerán con nuevas publicidades que incluirán familias felices accediendo a créditos y con frasecitas como “confiamos en ti”? ¿Cómo irá a ser la vida después? Ya hay quienes están dando muestras ahora, hoy día, de no pretender cambiar. ¿Tienen que ver con la política? Eso deben analizarlos ustedes, amables lectores y lectoras que nos leen cada día.