
La educación por sí misma es un proceso de enorme trascendencia en todos los países y para toda sociedad. Su desarrollo tiene en contra que sus resultados deben sólo se pueden aquilatar a largo plazo. Por tanto, más allá del discurso, esos resultados no suelen ser de interés prioritario para el mundo político especialmente.
No obstante en tiempos de crisis, la educación tiene gran incidencia en el quehacer cotidiano de las familias. La ausencia de los escolares de sus colegios conlleva serias dificultades para sus padres o tutores.
En los últimos tres meses la educación ha estado en frecuentes polémicas públicas. ¿Es recomendable y acertada una disposición que señale ahora la vuelta a clases presenciales? Nos parece que en ningún caso y, al respecto, el ministro de Educación ha incurrido en apresuramiento y rigidez al comentar ese tipo de opción al país.
Algunos de sus anuncios han terminado por transferir ansiedad y dudas a los padres y al gremio de profesores. Posteriormente, los hechos han demostrado que la autoridad ha entendido que el proceso educativo no se puede normalizar hasta que las condiciones sanitarias lo permitan. La seguridad y cuidado de alumnos debe ser siempre la primera prioridad.
Recientemente ha asomado con fuerza otro debate, esta vez, sobre la Prueba SIMCE que, según el ministro, deberá aplicarse a pesar de las circunstancias. La historia muestra que el SIMCE no mide el nivel de aprendizaje de los alumnos sino más bien el rendimiento de escuelas y colegios para la estadística. Por tanto, parece inadecuada la insistencia de la autoridad al respecto.
En el plano sanitario, preocupación y alarma está causando el explosivo incremento del número de personas contagiadas y de dolorosos fallecimientos, especialmente en la Región Metropolitana. Aunque esta situación es muy lamentable, hay que recordar que las primeras proyecciones de autoridades y expertos fueron que se podría llegar a más de 40 mil casos y hasta unos cien mil casos al llegar al peak que hoy parecería cercano en las próximas dos a tres semanas y probablemente con muchos menos casos que los que se estimaban.
Por su parte, el representante de la O.M.S. en Chile, ha expresado que en el progresivo aumento de casos ha influido principalmente el comportamiento desaprensivo de muchas personas y la mayor densidad de población en varias comunas de la Región Metropolitana y algunas ciudades, más que la inadecuada interpretación de la idea de Nueva Normalidad, concepto que emitiera primero esa organización internacional.
Está claro que la mayor fuerza en la lucha contra la expansión del corona virus, debe darse por parte de las personas respetando las instrucciones de confinamiento en sus casas y todas las medidas de auto cuidado y protección de los demás. Es absurdo que la lucha deba centrarse en muchas personas que no cumplen las disposiciones en su propio beneficio.
Por Max Wenger, periodista.