Se está haciendo rutinario conversar, informar y advertir sobre los peligros del Covid-19. Es el gran tema de los últimos meses pero semeja a un diálogo de sordos. Mientras en los hospitales se deja la vida por salvar a los pacientes, un porcentaje de irresponsables vive su vida normal y ello, evidentemente, significa poner en peligro a los demás. Más de algún médico ha confesado su impotencia porque a esos mismos habrá que tratar de salvarle la vida cuando inevitablemente caiga contagiado. Es penoso, pero es así.
Ya es rutinario saber y conversar sobre la actitud asumida por los bancos, prácticamente matando a las pymes, el motor laboral del país. El gobierno no tiene otro camino que reconocer que las instituciones bancarias no han colaborado en nada y que las pymes podrán recurrir a instituciones informales para buscar la salvación que anhelan. Todavía no se sabe de nada de aquellas “informales”.
El Ministro de Salud reconoce que se equivocó y hace un “mea culpa” que contribuye a que casi se lo coman vivo. No todos los hombres tienen los pantalones para reconocer algo tan grave y relevante. Mientras tanto, en otro ámbito, los alcaldes de decenas comunas del país, posan entregando canastas familiares que no les pertenecen y que no están destinadas para que ellos ya estén en campaña.
Increíblemente, no hubo quórum en el senado para que se aprobara el proyecto de permitir sólo dos períodos para los candidatos al senado y tres para los postulantes a diputado. Es decir, aquello se aprobó pero lo que tuvo consenso ni asistencia suficiente fue la de conseguir que esos dos y tres períodos fueran con efecto retroactivo. De haberse aprobado, se tendría que elegir a más del 60 o quizás 70 por ciento del parlamento. Aire fresco, aire puro, aire no contaminado. Pero todo seguirá como ahora, con los mismos actores. La misma rutina de siempre.
¿Observaron? La rutina de siempre entre perdones, carepalos con corbata, irresponsables, egoísmos bancarios (salvados años atrás con dinero nuestro) y los de siempre, los héroes, los que siguen luchando contra la pandemia hasta la muerte, como ha pasado. Es una historia de héroes y villanos. Lo malo es que los últimos son todos sordos.