Cuando se conoció la noticia del aumento de contagiados tanto en Villarrica como en Pucón, la primera reacción pudo ser asombro dado que la curva subió violentamente. Es efectivo que se trató de nuevos contagios en Villarrica y más de 10 en Pucón, cifras bajas para lo que se conoce de otras ciudades del país. Sin embargo, hay que reconocer que ya estábamos acostumbrados a contar prácticamente de uno en uno, en ambas comunas por lo que tales alzas sorprenden y preocupan.
Si buscamos las razones de este fenómeno deberíamos buscar en la cercanía de algunos, particularmente quienes trabajan en el área de la salud y autoridades, habitualmente en contacto con mucha gente y, por otro, la irresponsabilidad de muchos que no trepidan en salir a la calle, a acercarse a otras personas, indiferentes a las decenas de recomendaciones para evitarlo.
De acuerdo a lo expresado por las autoridades sanitarias a nivel nacional, la escala en ascenso de los contagios subirán duramente en Junio por lo que se espera, por lógica, poca reactivación de la economía y, como consecuencia, alza en la tasa de cesantía. Ya se sabe, de los bancos nada puede esperarse. De algunos anuncios del gobierno, como por ejemplo, el de la posibilidad de solicitar apoyos económicos en entidades no bancarias, nunca más se supo. No se escuchó nada más al respecto, desde el día en que el presidente hiciera el anuncio.
No quedaría otra que enfrentar las deudas en tribunales y encomendarse al cielo para que los jueces sean comprensivos. No quedaría otra que alimentar a los hijos y a la familia, en general, vía ollas comunes, caridad de los vecinos, solidaridad de las unidades vecinales o de programas de televisión. ¿Estamos dispuestos a llegar a ese tipo de soluciones? Es difícil decirlo pero cuando hay boquitas hambrientas pidiendo pan, en realidad todo puede pasar.
No podemos culpar al gobierno de la pandemia, de los contagios y fallecidos. Pero sí podemos exigirle soluciones reales, efectivas, rápidas y decisivas en el camino de arreglar la vida de millones de chilenos que no sólo tratan de escapar del contagio sino también del hambre generalizada.