
Ayer en la mañana vino don Germán a dejarnos leña de eucaliptus para la estufa con la que calentamos nuestros huesos de cuarta edad en este rincón campero de Villarrica en donde hemos construido nuestra ruca y nido desde hace veinte años. Como eran dos metros cúbicos de leña choqueada, tuvimos la oportunidad de conversar desde la distancia de uno o dos metros, con mascarillas y con guantes protectores, mientras íbamos tirando los chocos desde su camión. Don Germán, con su saber de hombre conectado desde siempre a la naturaleza, me comentó: “Sabe que, don Francisco, yo creo que esta pandemia que nos tiene tan jodidos, no es otra cosa que un “Spicher”, que tiene la propia Tierra para sanarse en algo, de todo el daño que le hemos causado”. ¿Y qué es un “Spicher”?, le pregunté. “Ah!, me contestó. Es ese recurso que tienen los botes y en general todas las embarcaciones, en que se les saca un tapón cuando están en seco y así pueden botar toda el agua interior que se le ha acumulado y no le sirve”. Luego me comentó: “Oiga, al planeta le estamos dando duro y sin parar, desde hace miles de años y la Naturaleza es sabia y sabe defenderse de lo que le sobra y le hace mal”.
Me quedé pensando en los dichos de mi amigo de la leña y me parecieron bastante razonables. Si miramos la Tierra desde distintas alturas, con un dron, en un avión o desde un satélite, notamos cuestiones importantes. Por ejemplo, desde un satélite, se hace visible de manera indiscutible la deforestación de las selvas de América, de Asia y África. Europa se ha reforestado nuevamente. Se ve que el planeta casi entero está cubierto de cemento y construcciones para humanos. De un poco más cerca, la visión de la humanidad como panal de abejas o enjambre de hormigas que ocupan toda su superficie y transitan locamente es preocupante. A medida que las demás especies animales y vegetales van siendo eliminadas irracionalmente por la especie humana, nuestra reproducción, crece de manera desmedida e irracional en relación con los recursos existentes, necesarios y suficientes como para satisfacer las necesidades vitales básicas de todos los que habitamos este lugar del Universo.
Esto nos lleva a concluir, inequívocamente, que el CONTROL DE LA NATALIDAD, es una variable cierta, definitiva y fundamental para poder seguir viviendo en nuestro planeta de manera aceptable y sin que Natura recurra de manera tan dolorosa al “SPICHER” de don Germán.
Si a esta suma de errores fatales, producto de nuestra irracionalidad y dogmatismo, le sumamos la maníaca y neurótica manía del hombre, de acumular riquezas, bienes y poder para sí mismo, la cosa se complica doblemente, por cuanto de esos 7.700 millones de almas. (Siete mil setecientos millones), sólo el 1 o 2%, de ellos, han acumulado para sí, sobre el 90% de todos los bienes terráqueos. Con este dato presente, no se pueden esperar TIEMPOS MEJORES.
Si el mismo hombre construyó el COVID-19 con fines turbios y hegemónicos o si es un virus natural y de un murciélago, en ambos casos es un evento de equilibrio ecológico de Natura equivalente al “Spicher” de don Germán y con fines de “Saneamiento Planetario”. TERRIBLE.
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