¿Qué pasará con y en Chile en 2, 3 o 6 meses más? ¿En uno o dos años más? Nadie, absolutamente nadie puede saberlo con certeza, nadie tiene la respuesta absoluta. Es más, los economistas coinciden en que la situación será muy complicada, que los niveles de vida descenderán todavía más y que las pequeñas y medianas empresas tendrán que sufrir mucho más todavía si es que aún sobreviven a esta verdadera pandemia económica que vivimos.
Dado el panorama descrito, no acertamos a entender cómo hay quienes acogotan a quienes les deben, sin comprender lo que ocurre y habrá de ocurrir, sin percatarse o, mejor dicho, sin querer percatarse de lo que sucede. No escuchan, no se dan por entendidos y sólo desean recibir lo que, justamente, nadie desconoce, les pertenece. Lamentablemente, a pesar de lo justas de sus aspiraciones, hay quienes no tienen ninguna posibilidad de asumir tales obligaciones, no porque no lo deseen ni lo encuentren injusto, sino porque no están en condiciones de hacerlo.
En el caso de algunos bancos, están dispuestos a quitarle a sus acreedores cualquiera posibilidad de rehabilitación económica futura. Si consiguieron un préstamo, algún bien raíz u otros, hay que devolver todo o pagar. ¿Pagar? ¿Cómo? ¿Devolver? ¿Por qué? ¿Por qué si la deuda se reconoce? ¿Por qué si están todos los deseos de pagar? ¿Por qué si en el futuro los seres humanos pueden levantarse y cumplir con sus compromisos? La presión de algunos bancos es francamente insoportable, inconcebible e inaceptable. ¿Se olvidaron que un par de decenas de años atrás fueron los chilenos, los mismos que hoy les deben, los que los salvaron de la quiebra con dinero de cada uno de nosotros? ¿De dónde nace tanta, pero tanta inhumanidad?
Como les decimos siempre, amigas y amigos, no se cansen de luchar, no se cansen de pelear hasta el final por lo que tienen, por lo que han conseguido durante años de pagar, pagar y pagar con intereses francamente leoninos. Luchen para que sus propios hijos los vean en una actitud justa y honorable. No hablamos de delincuentes que se arrancan de las deudas sino de seres humanos que en este momento, por centenares e razones, simplemente, momentáneamente, no pueden pagar.