Cuando en la mente del ser humano se está en presencia de una verdadera bomba de tiempo. Se pierde la capacidad de diálogo, de razonar, de comprender cuál es el mejor camino para entendernos y otra serie de desviaciones que nublan cualquiera posibilidad de acercamiento. Así se producen las guerras fratricidas y de ese modo los conflictos bélicos no pueden detenerse, amén de los enormes e incalculables intereses económicos que mueven a la industria armamentista. Estados Unidos, por su parte, lo sabe perfectamente pues desde décadas no ha sido capaz de detener el uso de armas en la población civil con los resultados conocidos por todos, con muertes en los colegios, en las calles, con pérdidas de vidas humanas valiosas, jóvenes, generalmente. El dinero manda y las armas continúan circulando.
Pero hay un tipo de violencia doméstica, aparentemente más simple, movida por mentes humanas perversas, podridas y enfermas como la del asesino de la joven de Villa Alemana cruelmente violada y asesinada recientemente. Ahora se pretende recurrir al antiguo método de la inimputabilidad del asesino para salvar al sicópata del Quinta Región. No hay duda que se trata de un enfermo. ¿En qué mente cabe cometer un acto tan deleznable como el conocido sin que su autor sea un insano? ¿Y más encima por segunda vez? En ninguna, ciertamente. Sólo en la de dementes como el asesino de la niña llena de vida que truncó para siempre su existencia.
Pero ¿eso lo hace inocente? ¿Puede quedar libre de culpa un sujeto que planificó fríamente lo que hizo? ¿Un individuo que dedicó, según los informes policiales, al menos 8 días para cuidar todos los detalles de lo que haría? ¿Y qué responsabilidad asume la justicia? ¿A quién se le ocurrió que era natural dejar libre a quien ya había asesinado a dos personas? Se trata de un caso, otro más, que remece a la sociedad chilena, que estremece por lo cruel y despiadado, por lo violento e inhumano. Chile necesita revisar en profundidad sus procedimientos penales, de justicia, de criterio y de decisiones que se adoptan, quizás con cierta ligereza, y que tienen resultados francamente repudiables. Por ahora, el país y la familia de la joven necesitan justicia dura y ejemplar, que no deje lugar ni a dudas ni a especulaciones. Después se verán otras consideraciones pero una vez que se asegure que el asesino nunca más camine por una calle de Chile.
FRASES POR CORREO “La injusticia puede causar más daño que el mismo acto que se repudia”.