Aunque las estadísticas y, sobre todo más visiblemente, los gráficos de evolución de la pandemia, muestran una mejoría según lo que expresan las autoridades sanitarias, la situación no tiene visos todavía de ser definitivamente alentadora.
El desconfinamiento que se empezó a concretar gradualmente en varias comunas de la Región Metropolitana, aunque es sin duda un gran alivio para millones de personas, conlleva un alto riesgo de la aparición de un llamado rebrote de la enfermedad.
El espontáneo y a veces inconsciente relajamiento de las medidas de cuidado personal, hace temer que el peligroso virus vuelva por las suyas poniendo en riesgo vital a muchísimas personas. Naturalmente nadie desea que eso ocurra, pero hay varios ejemplos de que sí es posible. Quizás si el más impactante caso es el de Nueva Zelanda.
El país oceánico dio a conocer y celebró hace escasas semanas que había logrado derrotar al Covid-19 por lo que se puso término al confinamiento o cuarentenas en todo su territorio. El último martes nada más, se conoció que los neozelandeses habían detectado la presencia de tres o cuatro casos de personas contagiadas. Esta situación llevó de inmediato a sus autoridades a ordenar de nuevo varias medidas restrictivas, en especial a personas mayores.
Por eso, aunque cuarentenas muy prolongadas resulten ya insoportables llegando incluso a provocar sufrimiento a muchas personas, su término siempre va a implicar riesgos de nuevos contagios y con ello, lamentablemente, de más personas fallecidas.
Es de esperar que las decisiones de las autoridades sean lo mejor para todos los chilenos y que la mejoría que se viene experimentando las últimas semanas no varíe su curso auspicioso.
Lo anterior cuando un Premio Nobel en Medicina y destacados científicos, han puesto en duda la fiabilidad de la OMS señalando que ha cometido errores en los criterios que ha recomendado a los países miembros. Entre ellos, que ha sido equivocado considerar la cuantía de los enfermos contagiados en circunstancias –arguyen- que el factor que debería ser prioritario es el número de fallecidos, cuestión que estadísticamente no es lo mismo, porque no todos los contagiados pierden la vida.
Asimismo, esos círculos médicos críticos apuntan a que la OMS ha perdido credibilidad cuando su director manifestó hace unas semanas que probablemente la pandemia no se terminaría nunca. Esto sin duda estuvo lejos de ser un aliciente para derrotar el Covid-19.
En estos momentos, en mi opinión, y de acuerdo a las circunstancias, no quedaría más alternativa que mantener las políticas sanitarias que se han venido aplicando, debido a que es ya demasiado tarde para cambiar las políticas sanitarias.
Sobre todo, ahora cuando se está a punto de doblar la mano al virus para lo que sólo se necesita más paciencia y más sacrificio de todos.