Si tomamos en cuenta la cantidad de páginas de diarios empleadas, las horas en que se ha hablado por las radioemisoras del país, los largos programas dedicados por la televisión al mismo tema, los espacios ocupados en los diarios virtuales y los miles de comentarios en las redes sociales, podría asegurarse que el “boom” noticioso provocado recientemente por padre e hijo de la famosa familia Calderón Argandoña, merece un sitial de honor, el mismo que se le ha dado, ya que ha logrado conmover a la opinión pública y estremecer la vida de los chilenos. ¿Nos estamos mofando? ¿Es que estamos burlándonos, acaso? ¿O ridiculizando lo ocurrido y lo que actualmente pasa?
Bueno, si se juzga desde el punto de vista de haber sido noticia urgente, materia de portada, de titulares de división entre los chilenos y de transmisión en vivo de la formalización del caso, no exageramos nada. Ese es el hecho real, concreto y al que tenemos acceso día a día. Lo preocupante es la valoración que el periodismo nacional le otorga al caso, muy común, por lo demás, en otros estratos sociales pero que no tienen la repercusión que adquiere el hecho de que los protagonistas llevan apellidos Calderón y, principalmente, Argandoña.
Lo ridículo, precisamente, radica en ese detalle. En que el periodismo capitalino tiene una sola misión en estos días y que no es otro que perseguir a cada uno de los integrantes de la familia para obtener declaraciones, pequeñas, superfluas, sin fondo y que, además, demuestran que la familia también está dividida.
Toda esta farándula por el ataque de un hijo a su padre, responde a que la misma familia abrió las puertas de su intimidad hace muchos años, durante décadas, incorporando a los hijos cuando sólo eran niños. No exageramos cuando aseguramos que algunos de sus integrantes recibieron buena cantidad de dinero por entrevistas vendidas a la televisión y a otros medios.
¿Y la pandemia? ¿Y el plebiscito? ¿Y las crudas necesidades de la gente? ¿Y los contagios diarios con coronavirus? ¿Y tanto más de importancia que sucede en Chile, día a día? Todo en lista de espera. Hay cosas más importantes de las que hablar y comentar y por lo tanto, todo lo urgente, vital y necesario, será hasta nuevo aviso.