Seguramente jugar con tu perro es una de tus actividades favoritas, ya sea un cachorro o un perro adulto. El juego no solo afianza el vínculo entre el can y el humano, sino que además constituye un buen ejercicio para ambos y una forma de aprovechar el tiempo que pasan juntos para divertirse.
En ocasiones, un perro puede llegar a morder durante los ratos de juego y, aunque esto parezca inofensivo las primeras veces, se convierte en un problema si no se trabaja a tiempo, poniendo en peligro a los miembros de la familia e incluso a personas desconocidas cuando se pasea al perro en la calle. Es por eso que queremos explicarte por qué tu perro muerde jugando y qué debes hacer en estos casos.
Una conducta normal en cachorros
La etapa de cachorro es el período de mayor actividad en la vida del perro. Los juegos, las carreras y las travesuras están a la orden del día durante esta fase, así como la exploración y el descubrimiento de nuevas cosas. Morder es algo común y beneficioso para los cachorros, ya sea entre los hermanos de la misma camada o con los compañeros humanos. Es algo positivo y bueno.
Sin embargo, cuando el cachorro ya tiene más de 3 semanas de edad, es el momento de empezar a trabajar la inhibición de la mordida con él para evitar que siga teniendo este molesto hábito, que a la larga puede convertirse en un problema. Tal vez te parezca exagerado, pero lo que hoy parece gracioso o insignificante en un perro, se transforma en una conducta indeseada al llegar a la adultez.
Para un cachorro morder es necesario, pues la aparición de los dientes y la muda de los mismos acarrea molestias en las encías, que el perrito tratará de aliviar mordiendo todo lo que encuentre en casa. Además, al igual que ocurre con los bebés, morder es una de las formas que tiene el perro de explorar el mundo que le rodea.
Pautas a seguir:
Para empezar a trabajar la mordida en cachorros será fundamental comprender que nuestro pequeño necesita morder, por lo que será básico que nuestro perro disponga de juguetes o mordedores variados y resistentes que pueda mordisquear a su antojo. Cada vez que nuestro pequeño utilice uno de sus objetos personales, será fundamental reforzarle positivamente con un «muy bien«, una caricia e incluso una golosina.
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