La agresividad en los gatos es uno de los problemas por los cuales se acude a la consulta veterinaria con más frecuencia. Lo primero que debes entender sobre esto es que el felino no adopta una actitud agresiva por casualidad o capricho, sino que esto siempre responde a unas razones concretas.
¿Cuándo se puede decir que un gato es agresivo?
Hablamos de agresividad cuando un gato que, usualmente tiene un comportamiento tranquilo, adopta actitudes amenazantes, pudiendo atacar a las personas, a otros gatos u otras mascotas. La agresividad puede tratarse de solo algunos signos de advertencia para evitar que alguien o algo se acerque al felino, o peligrosas mordidas y arañazos por parte de este.
La agresividad del gato viene acompañada de ciertos signos previos al posible ataque, que son fáciles de identificar para quien lo conoce. En este sentido, se dice que el gato adopta una postura defensiva cuando:
– Encoje su cuerpo
– Fija la vista
– Sus pupilas se dilatan
– La cola se enrosca
– Las orejas se aplastan
– El pelaje se eriza
– Da golpes con las patas delanteras
– Gruñe
Por el contrario, la actitud ofensiva se manifiesta en:
– Cuerpo y cola alzados
– Postura dominante
– Orejas estiradas
– Pelaje erizado
– Pupilas contraídas
– Mirada fija
– Gruñidos y aullidos penetrantes
Ante estos signos el gato pretende que aquello que lo amenaza se repliegue. De lo contrario, no se detendrá cuando sea el momento indicado para atacar. Para saber cómo solucionar este problema y evitar que pase a mayores, con algún herido de por medio, es necesario saber qué ocasiona la agresividad, por lo que a continuación te detallamos los motivos más comunes por los cuales un gato se vuelve agresivo.
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