Mientras 7 comunas dejarán la cuarentena este martes 13, entre ellas Valparaíso, Viña y en La Araucanía Lonquimay, en Villarrica se vive hoy el segundo día de confinamiento.
Creemos que esto se podía prever en vista del sostenido incremento de contagios en las últimas semanas. Era un resultado previsible luego del relajamiento durante las fiestas dieciocheras, de insuficiente autocuidado y de la ineficacia hasta ahora de medidas de control y de fiscalización.
Ahora, en lo inmediato, sólo cabe una sola actitud: tomar en serio el estado de cuarentena para revertirla cuanto antes. Esto significa ponerse serios, tomar la debida conciencia de la situación y actuar con responsabilidad y solidaridad entre unos y otros.
El confinamiento y casi total restricción de desplazamiento que se prolongará hasta el 21 de este mes, podría sucesivamente extenderse por otros 14 días prolongando así la serie de perjuicios a las personas aunque por el bien de todos.
Asimismo, los efectos derivados de la pandemia, ya se están viviendo en la economía y en el plano social. Cierre de comercios, emprendimientos y pequeñas y medianas empresas, total inactividad del turismo, aumento del desempleo y, con ello, graves problemas sociales por falta de ingresos. Sin turismo no hay trabajo, no hay empleo, no hay futuro.
De continuar la cuarentena, se aleja la vuelta a la actividad turística para el eclipse solar y con ello la apertura de una fuerte temporada de verano. Se supone que nadie desearía que esa eventual catástrofe local se tuviera que agregar al complejo panorama sanitario por la pandemia.
Mientras tanto, el mundo político parece vivir ajeno a esta realidad objetiva. Enfrascado en discusiones improductivas que no interesan a la mayoría de la población, porque no tienen como centro sus necesidades inmediatas.
Pactos, acuerdos frustrados, listas de partidos, a lo que se entremezclan vociferantes acusaciones, denuncias y querellas que al final sólo llevan a debilitar aún más la fragilidad actual de las instituciones. Por ejemplo, respecto a Carabineros y también PDI, ya no se está hablando de reformas o reestructuración, que parecen necesarias, sino de una refundación que en el fondo pretende suprimir esas instituciones para reemplazarlas por una policía civil no militarizada que surja de las bases mismas del pueblo.
Por lo demás, la violencia callejera ya ha hecho su reaparición en algunas ciudades, en tanto se intensifica en caminos rurales de La Araucanía, en donde cada día se hace más cruenta ante la ineficacia del gobierno por dar alguna solución. Son asuntos delicados sobre los cuales se necesita reflexionar para, por lo menos formarse, opiniones realistas.