Como suele ocurrir, cuando sucede un hecho importante, catalogado como histórico para muchos, se produce una explosión de algarabía, de júbilo intenso y hasta de emociones incontrolables. Ello sucedió minutos después de conocerse el resultado del plebiscito realizado en Chile el domingo último. Transcurriendo algunos días, comienza a desmenuzarse lo sucedido, a sacarse conclusiones de todo tipo y a descubrir aspectos que no son muy gratos para el 80 por ciento que aprobó una nueva constitución y que confirmó con una amplia votación que prefiere hacerlo o escribirla al margen del mundo político chileno. ¿Puede haber algo más claro y decisivo que un 80 por ciento? ¿Existe una manifestación de voluntad más aplastante que ese resultado?
Con asombro observamos en estos días que la clase política chilena no se ha dado por aludida, no supo qué decidieron los chilenos y que continúa empeñada en dirigir los pasos a seguir. No se dan por enterados lo peligroso que puede ser que los electores descubran que han sido engañados. La indignación puede ser de tal magnitud que se podría repetir una aún más gigantesca explosión social que los chilenos no quieren, que quieren evitar y que la herramienta de votar con independencia del mundo político es una eficaz herramienta para evitarla.
La clase política planifica construir listas por partidos para tomar parte en la decisión del 11 de marzo, listas que pueden integrar los de siempre. Los independientes, donde se encuentran la mayoría de los nacionales que se volcaron a votar para decidir como lo hicieron, no serían más que invitados parciales a las listas políticas. Es decir, un sistema hecho para realizar todo tipo de trampas e ideado para llevar la que será la nueva constitución hacia sus propias aguas.
La derecha y la izquierda prometen llegar a acuerdos políticos para que la nueva carta fundamental sea el espejo de una nueva mentalidad política donde el bien común y los intereses de los ciudadanos queden fielmente representados. ¡¡¡Falso!!! Eso es absolutamente falso. Nunca se pondrán de acuerdo y así, la derecha se la jugará por sus intereses y lo mismo harán los partidos de la izquierda chilena.
Una pena, una lástima, una vergüenza y una falta de decoro que no sabemos si los chilenos podrán aceptar.
FRASES POR CORREO “No respetar las decisiones de todos es dar la espalda a los intereses del país”.