Estimados amigos y vecinos:
Me atrevo a dar mi opinión porque hubo personas que me eligieron como su representante en más de una ocasión y lo que expongo es casi exclusivamente basado en la observación y la experiencia que da la edad.
Tuve la suerte de conocer muy de cerca a dos personas extranjeras que vinieron a vivir a Chile por motivos muy distintos. Uno fue mi suegro don Maruf Puali Nasser, ciudadano Libanés y el otro mi papá Vaclav Rubeska Spacek, ciudadano Checo. Con el paso de los años mi admiración por estos dos hombres ha ido creciendo y por supuesto lamentando no haber sabido comprender cabalmente la magnitud de sus decisiones.
Don Maruf, a muy temprana edad decidió buscar otro mundo por un mejor futuro, tanto que en su primer intento no lo logró por ser menor de edad. Se pueden imaginar lo valiente y lo que debe sentir un jovencito para atreverse a dejar sus padres, su familia y su entorno y decidir dejar su seguridad y sus seres amados para intentar buscar un mejor futuro para él y la familia que sueña formar. En nuestro país encontró en su esposa, la Sra Tica, la compañera incansable para trabajar y aún cuando él perdió su vista, junto a ella lograron salir adelante, con miles de días de trabajo y ahorro constante, solo decir que ella trabajaba hasta minutos antes de tener a sus hijos y volvía a su trabajo un par de horas después del parto. El trabajo de 50 o 60 años de ellos nos hizo la vida mucho más fácil a varios.
Por otro lado, en el caso de mi papá, su familia, a pesar de haber sido de un origen muy humilde en 1850 y aún con dos guerras mundiales, los checos progresaron con gobiernos basados en la Libertad. Estimo que desde 1.900 la familia de mi padre era una familia próspera y querida en Praga, hasta que llegó el gobierno socialista impuesto por Rusia en 1948 y le quitaron el fruto de sus 100 años de trabajo. Mi padre de 26 o 27 años no aceptó ese régimen y decidió venir al paraíso para cazar y pescar…Chile. No vino a trabajar ni hacer fortuna, no estaba dispuesto a que le pasara lo de sus papás y abuelos, vino a cazar y pescar. Si no hubiese sido por mi mamá, Dalila Balboa Garay, hubiésemos vivido bajo el puente.
Les cuento todo esto porque estos dos hombres, tan distintos en sus anhelos, los dos en los años de 1970-1973 estaban preparando sus cosas para dejar el país. Uno dejaba atrás miles de horas de sacrificio y trabajo, el otro pensando, que desgracia, más personas que pierden todo.
Estimados vecinos, una vez más tenemos que decidir qué camino seguir. Con mi mano en el corazón creo que nuestro país no será perfecto pero hemos avanzado muchísimo, vivimos mil veces mejor que nuestros abuelos, seamos cautos para tomar decisiones. Mi suegro entre miles de sabios consejos que tenía, uno era: “Ud. no ha muerto pero ha visto morir, ¿no?”
Entonces la pregunta es: ¿Es que los venezolanos y los argentinos son tontos? Por eso será que después de creer en sus grandes vendedores de ilusiones, hoy deben cruzar las fronteras caminando con sus niños para poder sobrevivir… ¿qué pasó en sus países?, ¿hubo terremotos, cayó alguna bomba atómica? No vecinos. Solo quisieron un camino más fácil.
Les saluda. Rene Rubeska.