La canción “Todo cambia” da en el clavo. Es precisa al graficar los cambios que experimentan los seres humanos, la naturaleza, la vida misma. Siempre, todo cambia. Les ocurre a los políticos que luego de ser muy queridos y aplaudidos, pueden pasar a vivir momentos oscuros, aislados y hasta rechazados. Les sucede a los deportistas que luego de años o situaciones de gloria, de ovaciones, titulares e imágenes televisivas, pasan al terrible anonimato. También a los artistas que siempre están expuestos a que algún otro los opaque. Y así podemos sumar miles y miles de ejemplos. Los árboles no son los mismos en otoño que en primavera. El lago no tiene el mismo color en distintas estaciones. Las flores del verano no son iguales que las del resto del año. Cambia, siempre todo cambia.
¿Y en el amor? ¿Se mantiene esa premisa? ¿Cambia el amor constantemente? Algunos aseveran que el verdadero amor no cambia jamás mientras otros rebaten señalando que eso es imposible. Pero, lo interesante es saber qué pensamos nosotros. Hasta que punto somos capaces de mantener una relación compuesta de amor, más amor y mucho más amor. Para algunos es una realidad, sobre todo, por ejemplo, cuando se cumplen 50, 60 o más años de relación. Pero, otro grupo importante salta a la cancha para indicar que los cambios sentimentales nada tienen que ver con los años en que se mantenga una pareja. ¿Y en qué quedó aquello de que todo cambia, como dice la canción? Sin duda que, al respecto, pueden existir millones de pareceres y otros tantos millones de puntos de vista. Quizás, por qué no, hasta es bueno que las cosas cambien para ir perfeccionándolas, en la medida de lo posible. Es posible que en la medida en que nosotros vamos cambiando, posiblemente con el paso de los años, todo lo que nos rodea también cambie. Los compañeros, los vecinos, las pololas, los dirigentes, las autoridades, los árboles, las plantas y las flores.
Pero, según nuestro concepto, hay algo que no puede o no debiera variar jamás. Un asunto que no se puede transar ni siquiera con el paso de los años. Ni siquiera con el transcurso indetenible de la vida: la lealtad, la dignidad y la honorabilidad. Todo aquello, indudablemente, puede cambiar en cada personas, pero en aquellas de verdad, no cambiarán jamás.
FRASES POR CORREO “Podemos permitir que todo cambie en nuestras vidas, menos los valores que nos enseñaron con fuerza para que no cambien”.