Idealizar situaciones suele traer ciertas decepciones. ¿No creen ustedes? Bueno, parece que debemos explicarnos un poco para que se nos entienda. Por ejemplo, al volver a un pueblo, después de 20 o 30 años, difícilmente encontraremos lo mismo que vivimos en ese lugar tantos años atrás. Para empezar, no es lo mismo tener 20 años que 50, no son iguales los amigos de entonces, si es que los encontramos y el paisaje, las casas, las calles, los negocios y todo el entorno sufre cambios que duelen profundamente pero que responden al progreso que se apropia de cada rincón de aquel sitio en que vivimos las maravillas de la juventud, las aventuras de años soñados y el crecimiento de niños y jóvenes que se entregaban a la causa de amar, jugar, disfrutar y construir una vida que resulta imposible rehacer. La realidad, frente a la idealización es dura, pues hay quienes ya se han ido para siempre, están los que emigraron en busca de nuevos soles y rosas y también quedan aquellos que ya no piensan como antes, que tienen sus familias, sus problemas, sus tareas diarias y sus propias decepciones y alegrías. Por lo tanto, volver después de 30 años, supone emociones, por cierto, pero también tristezas porque se entiende, de un minuto para otro, que la vida nunca volverá a ser la misma.
Recordamos haber recorrido alguna calle en la que jugábamos pichangas prolongadas, de horas, corriendo tras una pelota. Calle en la que buscábamos los rostros de aquellos tiempos, calle en la que los zapatos de colegio quedaban semi destruidos en el afán de hacer goles. Entonces, la verdad nos mostraba que ya no estaban ni las veredas, ni las mismas construcciones, ni los mismos padres que nos llamaban a ser prudentes y tampoco los vecinos que, molestos, reclamaban por el ruido. No quedaba nada. El progreso se lo había llevado todo.
¿Y hoy? ¿Qué recuerdos construyen nuestros hijos sumidos en una batalla portentosa con control remoto en la que monstruos de otros mundos pretenden invadirnos? ¿Dónde están aquellas aventuras, frente a una fogata, cuando caía la noche, si hoy la noche los sorprende frente al televisor jugando play station?
A nosotros, creemos, nos quedaron los recuerdos de aquellas calles polvorientas. A nuestros hijos, con suerte, les quedará una foto nuestra para mostrar a sus hijos y a sus nietos tratando de explicarles que papá, o el abuelo, o el bisabuelo, se entretenían así, incomprensiblemente.
FRASES POR CORREO “El rostro del pasado parece una máscara cruel frente a la cara del presente”.