Generalmente, al cruzar el puente sobre el Toltén, nos encontramos con personas que pretenden viajar, probablemente a Temuco o puntos intermedios, recurriendo el antiquísimo “dedo” o “auto stop”, para ser trasladados gratuitamente por conductores de buena voluntad. Es frecuente ver a jóvenes, adultos e, incluso, mujeres solas, esperando para viajar hacia sus destinos sin temor a probables combinaciones. La más seria es ignorar quién es el que se detiene y qué intenciones pueda tener.
Antiguamente, unos 30 o 40 años atrás, era muy usual encontrarse con los famosos “mochileros”, parados por todas las carreteras del país, apelando a la buena voluntad de camioneros y choferes de otros vehículos, encontrando casi siempre a quienes se detenían para llevar su carga humana, la de estos aventureros de Chile que viajaban para conocer, para entretenerse, para pasar las vacaciones o por algunos otros motivos estableciendo sintonía entre los gentiles y los agradecidos. Eso era mucho tiempo atrás.
En este tiempo y desde hace ya un par de décadas, los voluntariosos comenzaron a escasear, ya no se detenían (ni lo hacen hoy), ya no tenían ni la voluntad ni la convicción de aquellos viejos tiempos debido a la creciente desconfianza que se sembró en el país y que difícilmente será erradicada.
Debido a bastantes hechos sucedidos a lo largo de nuestras carreteras la vida de los mochileros se ha complicado bastante por lo que han debido modificar sus costumbres pues es frecuente verlos viajar en bus pero, antes de ello, deben transformarse en “sobrinos” pues se dedican a pedir en la calle la ayuda comprensiva de quienes ellos llaman “tíos”.
Este verano, sin duda alguna, veremos en la zona lacustre a centenares de viajeros o aventureros, con pandemia o sin pandemia, en grupos o solos, en mezcla de hombres y mujeres, estirando sus manos en nuestras calles para solicitar esas monedas que les permitan trasladarse de un punto a otro. El coronavirus no los detendrá a recorrer el país. Estarán allí, con caras de súplica pues el viaje “a dedo” ya no resulta tan eficaz como lo era antes. Estarán allí, lejos de sus familias y lejos de sus padres que quizás jamás se hayan preguntado por sus hijos, por dónde estarán y de qué manera financian sus aventuras.
Son los locos de los tiempos modernos que, a pesar del repudio de muchos, igual conocen el país como las palmas de sus manos porque nada ni nadie podrá detenerlos.
FRASES POR CORREO “Caminar la vida no tiene fin, ni siquiera al final de la vida”.