Debe ser muy difícil ser presidente de un país pues, aunque sea respaldado por determinados partidos políticos que, entre paréntesis, “gozan” de escasa convocatoria popular, están condicionados por oposiciones fuertes o débiles pero detractores, al fin.
Debe ser muy complicado asumir tal responsabilidad pues, se quiera o no, se represente o no determinados intereses, no se puede dejar de mirar, aunque sea de reojo, al resto de los ciudadanos. La presión debe ser terrible. Claro que los hay, primeros mandatarios, que no se fijan en nadie ni en nada, imponen su palabra y sus decisiones sin pensar en el bien común. Actuales son los casos de Trump y Bolsonaro quienes, contra viento y marea, despectivos e insultantes, desafiaron y desafían todo signo de cordura y de racionalidad. Hoy, el líder brasileño enfrenta una fuerte oposición, inesperada años atrás, proveniente de un pueblo enrabiado, dolido y ofuscado por la política de gobierno contra el Covid – 19. La consecuencia de ello son miles y miles de contagiados y decenas de miles de brasileños fallecidos.
Los presidentes se deben a sus partidos, o a las coaliciones que los respaldaron. Cuentan con un grupo de asesores personales para cada materia que deban abordar, para todo lo que hagan, para el terno y la camisa que vistan, para cada palabra que emitan. Salirse de ese círculo, les significa mostrar ignorancia y hasta estupidez.
Chile ha contado con personajes cercanos a lo que son los estadistas y otros que no pasan de ser simples presidentes. Ha contado con líderes empeñados en el progreso del país y otros que, envanecidos por el poder, se preocupan sólo de sus índices de popularidad. Deben sufrir mucho cuando las cifras o encuestas no los acompañan.
Aunque faltan meses, los chilenos deberemos ir a las urnas, nuevamente. No nos referimos a la cuádruple elección de abril de este año sino a la próxima, la que elegirá al nuevo presidente del país.
Habrá que fijarse bien si elegimos un estadista que nos enorgullezca o nos inclinaremos por otro presidente que no nos dejará nada nuevo y especial, nada para recordar y agradecer. Nada más que otro personaje lleno de vanidad, ansias de poder y de quedar en la historia pero sin jugársela realmente para que sean los mismos ciudadanos los que le den esa categoría.
FRASES POR CORREO “El poder atrae de tal manera que termina por transformarse en el fin y objetivo de algunos personajes”.