Los que se creen dueños de la verdad son miles en este mundo nuestro tan imperfecto pero tan maravilloso. Seguramente en más de una ocasión se habrán topado con personas con las que es imposible conversar pues lo saben todo, sea el tema que sea. Aquellos que nos hacen sentir un poco tontos pues ellos dicen ser propietarios absolutos de la verdad.
Habría que partir preguntándose si la verdad es una sola o se refiere a temas en particular, si la vida ofrece siempre una opción o existen más alternativas y si el único color existente es el blanco o si también hay espacio para el negro y los grises matices.
Para comenzar a hilvanar algo que pueda ser cuerdo y tenga cierta consistencia nadie nace como dueño de la verdad porque a través del largo peregrinaje por la vida la búsqueda de la misma es constante. De ese modo, puede encontrársele en la boca de un niño, en la opinión de un anciano y hasta en el balbuceo de un indigente. Un sordomudo y hasta un autista pueden llegar a tener muchos más elementos respecto a cuál es el verdadero ropaje de la verdad. ¿Y por qué no un loco? Pensemos que entre sus tantas divagaciones en algún momento se encontró de frente con una realidad que nosotros los humanos “cuerdos” no somos capaces de percibir.
La verdad, según nuestra humilde apreciación, tiene forma de niños, de ancianos, de ricos y pobres, de flores, de mar, de ríos, de esperanzas e ilusiones. Tiene semejanza con el arte de luchar por nuestros objetivos, con nuestras maneras de amar y de llorar, de reír y de orar, de gritar y callar. La verdad se parece más a gritar y a callar, a correr y saltar o a quedarse de pie, detenidos, meditando sobre todo o sobre nada en particular.
La verdad absoluta, según nuestro concepto, no existe porque hasta en una mentira podríamos encontrar un atisbo de ella. Porque al cantar o declamar un poema estamos expresando algo de nuestra verdad interior, aun cuando las letras no nos pertenezcan.
Pero en algo sí podemos ponernos de acuerdo, quizás. La vida, sin la búsqueda permanente de la verdad, casi no tiene sentido. Esa es una de las claves para vivir intensamente, es una de las piedras angulares que nos permiten saber por qué estamos en la tierra. Y si queremos ahondar todavía más debemos “casi” asegurar que nuestras primeras verdades se encuentran en el amor por nuestros hijos, por quienes luchamos siempre para que logren ser grandes… de “verdad”.
FRASES POR CORREO “Busca la verdad y te encontrarás en un laberinto sin salida”.