Cuando un grupo de personas, sea que integran un equipo de fútbol, de trabajo, institución u organización, para que logre avanzar debe, necesariamente, conseguir que todos sus tripulantes (integrantes) reme para el mismo lado, con idéntica fuerza y entusiasmo y con plena conciencia de que el esfuerzo propio resulta indispensable para que el total de la fuerza asegure el éxito. Un eslabón que se desprenda de aquella cadena, si se quiere solidaria, entorpecerá el avance, mermará el ánimo grupal y podría conseguir que los objetivos comunes se vean seriamente amenazados.
Lo anterior aplica para todo grupo, incluso para empresas privadas y para organismos públicos. Es tan serio el tema que asombra que algunos no lleguen a entenderlo cabalmente.
Se da el caso de abusos laborales, de desinterés, de exigencias desmedidas y de otros factores que han puesto en peligro la estabilidad de aquellas sociedades, sin importar que aquellas tengan jefes, dueños, empleados y funcionarios. Es verdad, el empresario tiene serias obligaciones que no puede ni debe dejar de cumplir. El dueño de una empresa debe, responsable y legalmente, atender sus compromisos, llámense éstos los sueldos, imposiciones, ambiente de trabajo, etc. El resto de sus componentes tiene que, honrada y legalmente, leal y transparentemente, cumplir con sus obligaciones, entregarse a la “causa” que a todos interesa mantener a flote.
Traemos este tema a colación pues conocemos casos de incumplimientos en que ambas partes no tienen el más mínimo interés en respetar lo que les corresponde. De un lado se incumple, por ejemplo, con el pago legal y obligatorio de las imposiciones y, del otro, restándose al compromiso de ejecutar tal o cual función. De un lado, cancelando sueldos en fechas inapropiadas e, incluso, parcelada y, del otro, faltando a la verdad, no respetando las horas de trabajo o aprovechándose de la escasa supervisión de los turnos respectivos. De esa manera, sépanlo, el crucero se va a pique rápida y tristemente.
Ojalá los empresarios sepan valorar a sus trabajadores y, éstos últimos, sepan considerar el esfuerzo empresarial pues de ambas partes, de todos los remeros, depende llegar siempre a buen puerto.
FRASES POR CORREO “Navegar a favor de la corriente igual supone trabajo. Hacerlo en contra significa, casi siempre, un inútil esfuerzo”.