Desde un punto de vista técnico, los economistas pueden explicar de variadas formas el concepto de inflación. Pero dicho en términos sencillos, la inflación asoma cuando el dinero empieza a tener menos valor. Eso puede ocurrir cuando hay demasiado dinero circulante, que es el riesgo que se corre con los retiros de fondos del sistema previsional.
En Chile el peso no tiene respaldo en oro y, por tanto, debe controlarse la inflación con una estricta política monetaria que maneja el Banco Central con mucho celo en las últimas décadas. La entidad bancaria debe conservar su autonomía para evitar tentaciones populistas que lleven a los gobiernos a emitir más billetes y dar paso así a procesos inflacionarios.
En otros países de la región, los políticos han optado por imprimir billetes con mucha facilidad, sus bancos centrales no tienen la autoridad ni menos la autonomía indispensable en la aplicación de políticas monetarias. Entonces, el exceso de moneda circulante se ha traducido en una inflación galopante en la que sus respectivas monedas cada día tienen menor valor.
En estos tiempos, en Chile, cuando se están desatando las campañas presidenciales el terreno se vuelve más que propicio para lanzar propuestas y promesas que no siempre tienen financiamiento estatal. Algunos sectores que se inclinan claramente al populismo, es decir, prometiendo beneficios y progreso rápidos imposibles de financiar, suelen verse tentados a producir más dinero sin respaldo para financiar sus ofertas.
Con este tipo de comportamientos lo que se consigue es generar inflación, que el dinero valga cada vez menos y que entonces se necesite mucho más dinero para la adquisición de los mismos bienes y servicios. El costo de vida se encarece y las personas se empobrecen.