Una amiga y vecina, a la que entre otros y otras le envío mis Martes de Comentario, me decía hace unos días que estaba hasta más arriba de la coronilla con mis columnas sobre la contingencia política, la Convención Constituyente y otras yerbas similares. Me preguntaba, ella, de cómo no iba a encontrar otros temas distintos, variados y de mayor interés para todos. Mi respuesta es que le encuentro toda la razón a mi vecina, pero no puedo dejar el tema, no por obsesión o pulsión política, sino que por que estimo que estamos como país, como sociedad, como familias y como vecinos y amigos, viviendo una experiencia política excepcional que si la resolvemos con madurez, sobriedad e inteligencia holística en lo político y pisando firme en lo que es la realidad nacional, podríamos salir a flote a una mejor y más justa vida para todos.
Esta es la gran esperanza que muchos tenemos puesta en la construcción de la nueva Carta Fundamental. Pero también tenemos aprensiones y temores de “desviacionismos” e infantilismos ideológicos y dogmáticos por parte de aquellos de todos los colores políticos que fueron elegidos como Constituyentes y que están absolutamente convencidos de que, en su cerebro, corazón y tripas, guardan la verdad incuestionable de los “destinos de Chile”. Esto, es una psicopatología política que la están viviendo muchos de nuestros elegidos y que deben corregir o “medicarse” a la brevedad para erradicar de sus entrañas las convicciones de verdad total. Si no vemos mejoría e intenciones de real sanación de estos pequeños piquetes o grupos de “talibanes” de izquierda y de derecha, sucederá muy próximamente que, al no poder imponerse en sus posturas mesiánicas, intentarán paralizar la Convención Constituyente de alguna manera: Boicoteando o simplemente renunciando a la Convención para que ésta sin sus 155 elegidos se paralice. Sería muy triste.
A esto, llamo “infantilismo político”. Es muy común entre nosotros los chilenos que cuando formamos comisiones, consejos de cursos, comités de vecinos, directorios, programas de candidatos, hacemos unas gigantescas listas de todo lo que queremos solucionar y es triste el resultado al final de la gestión en la que sólo hemos podido alcanzar la solución de apenas un par de objetivos propuestos. Así veo los aires utópicos y ambiciosos de los proyectos “refundacionales” de Chile, propuesto por muchos elegidos, lo mismo que los permanentes ímpetus por salirse de la misión urgente y fundamental que tienen como encomienda: CONSTRUIR LA NUEVA CONSTITUCIÓN y luego refrendarla por toda la población para comprobar DEMOCRÁTICAMENTE, si la aceptamos o no.
Yo creo que las fracciones de mayor y de menor peso de los Elegidos, pueden tener opinión propia y también pueden, como todos los chilenos escribir y enviar peticiones a todas las instituciones establecidas, incluidos los otros poderes del Estado. Está bien eso y es un derecho que tenemos todos. Ahora, poner como requisito de entrada al trabajo real que tienen como misión, que se haga una amnistía general a todos los presos que devinieron del “estallido social” es un “infantilismo político”, dañino y trabador a la gestión encomendada. Igual sucede con la petición de que la construcción, aplicación y establecimiento de la Nueva Constitución, sea un evento que no se someta a plebiscito o consulta popular. Estas dos exigencias son una “cabeza de pescado” que entrampa y retarda lo principal.
NOTA: Es de conocimiento público que, entre los presos del periodo de la revuelta, hay de todos: inocentes y culpables. El pedido al Ministerio Público es a acelerar las causas y realizar los juicios para hacer justicia. Nada más.
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